Las bibliotecas en los centros educativos de secundaria
0En el mes de mayo, el Departament d’Ensenyament, dentro del Programa PuntEdu, publicó en la red el manual Las bibliotecas en los centros educativos de secundaria redactado, tal como consta en los créditos, por Gloria Durban, Marisol Calderón, Isabel Toro, Josefa Sánchez, Cristina Batlle e Isabel Boada. el libro, de más de un centenar de páginas, "Nace con el fin de responder a los interrogantes que se pueden plantear a la hora de poner en marcha o revisar la biblioteca de un centro de secundaria"(p. 5).
El documento está dividido en los diferentes ámbitos que son función de la biblioteca escolar: fomento de la lectura, alfabetización multimedia (alfabetización en medios e información según denominación de documento preparado del Grupo de Trabajo de Alfabetización Informacional (GTALFIN) del Consejo de Cooperación Bibliotecaria que hemos reseñado en una anterior entrada de este blog), gestión de recursos y acción socio-cultural.
El primer capítulo, La biblioteca de secundaria como centro de recursos, nos recuerda que la biblioteca – toda biblioteca- es un centro de recursos para el aprendizaje y la investigación y debe responder a las necesidades de su alumnado (ESO, FP o Bachillerato) por lo que será asimilada a una biblioteca universitaria (p. 8). Dedica unas recomendaciones del todo acertadas sobre el espacio -unas cuantas fotos para la organización del espacio no estarían de más- y termina dedicando mucha atención, con debe ser, en el entorno virtual (p.15-22).
El segundo capítulo, Modelo de gestión de la biblioteca de secundaria, está dedicado a la gestión de personal y los documentos de organización y gestión educativa. Se hace referencia a lo personal, sorprende que se use la denominación de "coordinador de biblioteca" en lugar de "responsable", que es el término que proponen las Directrices elaboradas por el Departamento. Como documentos de gestión mencionan el proyecto de biblioteca, el plan de trabajo y el PLEC, que se adecuan al modelo que ha publicado el Puntedu para todos los centros. Con todo, seguramente sería conveniente hacer una adaptación de estos documentos para los centros de secundaria, que tienen un funcionamiento y una dinámica tan diferente de los centros de primaria.
Promoción y fomento de la lectura, el tercer capítulo, cómo se puede esperar es el más largo . Se hace un buen resumen de los estudios dedicados a los tipos de lectores, sus intereses, y la importancia de los hábitos de lectura. Quizás haría falta separar con más detalle entre el grupo genérico adolescentes, porque en esta franja de edad tenemos desde los lectores de 11-12 años de edad a jóvenes de 16-18. Se exponen muchas y variadas actividades que se pueden hacer desde la biblioteca para promover la lectura: exposiciones, visitas de los autores, guías, blogs, club de lectura, booktubers, bibliotrailers…
El cuarto capítulo, Alfabetización de la información y competencia digital , parte de la definición de este término según la American Association of School Librarians (AASL), la primera entidad que produjo un documento sobre la alfabetización en el uso de la información , y sigue con la propuesta de trabajo de estas competencias a partir del currículo. La propuesta es útil siempre que haya quien la pueda llevar a cabo.
Biblioteca y entorno es el último capítulo dedicado a la relación de la biblioteca como agente socializador con el alumnado, el profesorado y las familias. Con los primeros, se propone su ·colaboración en la gestión y también en la selección. Para el profesorado enumera una serie de servicios y recuerda que "porque la biblioteca sea un centro de recursos que apoye el proyecto educativo del centro requiere la participación de todos los maestros" (p. 102). Lástima que no dedican más espacio a la relación con el maestro porque esta es la pieza más importante del engranaje para tener una biblioteca útil. Los autores saben bien cuando aseguran "La biblioteca o es el centro o no habrá continuidad en el tiempo en el momento sufra dificultades de gestión"(p. 102). Es una frase que describe perfectamente lo que ocurre con tantas bibliotecas, algunas se beneficiaron con el Puntedu en el tiempo y ahora se encuentran descuidadas.
En cuanto a la relación con las bibliotecas públicas se centran en el documento Laboratorio Biblioteca escolar-biblioteca pública, que habría que actualizar con actividades que algunas bibliotecas públicas han puesto en marcha en los últimos años (encontradas sobre las lecturas obligatorias, maletas para los temas de la ESO, formación sobre recursos para el trabajo de investigación…). Entre las acciones municipales, merece destacar el programa de Bibliotecas escolares de Girona (p. 117), lo único que se lleva a cabo con profesionales bibliotecarios e incorpora en sus acciones la formación y el asesoramiento técnico, es decir, que tiene una visión que va más allá de la lectura y proporciona las herramientas a los centros para poder cumplir con su función (informativa, formativa y lúdica) con condiciones.
La bibliografía que cierra la publicación es muy completa y puede ser útil para ampliar el contenido expuesto.
En resumen, esta publicación es una buena herramienta para la mejora de las bibliotecas; cuenta con una exposición clara, con indicaciones muy prácticas y ejemplos que pueden ayudar a las escuelas. En este sentido, debemos señalar que en un caso el ejemplo elegido no es el más relevante: para ejemplificar un plan de trabajo anual se ha seleccionado el de la escuela Cossetània de Vilanova i la Geltrú (p.33) cuando sería mucho más apropiado mostrar una de un IES.
En el cálculo de deficiencias, echamos en falta más atención a la gestión de los recursos, como el diseño de las políticas de·colección, los programas de gestión cooperativa, la creación de catálogos·colectivos, los aspectos necesarios en algunas bibliotecas que deben ser el paso previo para la Universidad. Por otro lado, sería bueno presentar más propuestas de cómo integrar la biblioteca en el plan de estudios, relacionadas con las materias, más allá de la lectura y la información.
Saber en qué estado están las bibliotecas escolares de secundaria ayudaría a su mejora. Nuestra experiencia nos ha mostrado centros en condiciones miserables, verdaderos almacenes de libros y de todo, que en el mejor de los casos sirven sólo para enviar los castigados y hacerles clases. Es cierto que con lo que tienen – solo libros, muchos libros, antiguos, inútiles, obsoletos, inadecuados para los estudiantes y profesores- estas bibliotecas, o mejor dicho, estos espacios sólo pueden servir de almacén. En bibliotecas así, dificilmente pueden ser útiles estos materiales cuando lo que necesitan son asesoramiento directo y ayuda externa.
Esta publicación se suma a otros recursos producidos dentro del programa Puntedu, tales como las Directrices y normas para las bibliotecas escolares en Cataluña , Mobiliario de referencia para la biblioteca escolar, Biblioteca escolar 2.0 o el último Biblioteca de aula: una oportunidad para la lectura y conocimiento, del que discutiremos en una próxima entrada. No negaremos que todos estos materiales son de gran ayuda para aquellos que tienen ganas de intensificar y mejorar la biblioteca escolar, pero también añadiremos que sin la participación de las directrices del equipo que integran las bibliotecas en el aprendizaje y, por lo tanto, faciliten horarios, dedicaciones y presupuestos para que funcionen, y sin el apoyo de la administración para ayudar a que todo esto se cumpla, poco serviran.