Fanti, Cecilia. La invención de un lector. Pról., Luigi Amara. [Querétaro]: Gris Tormenta, 2024. 110 p. (Editor; 14). ISBN 978-607-59556-8-1.
Los libros sobre libros dialogan entre sí. Por eso, al adentrarme en las páginas de La invención de un lector, el relato de Cecilia Fanti (Buenos Aires, 1985) acerca de su trayectoria como librera y los entresijos de su librería, me acordé del ensayo de Roberto Calasso Cómo ordenar una biblioteca (Anagrama, 2021),[1] tan breve e interesante como el texto de Fanti, y pensé que uno y otro se complementan a la perfección.
«Armar el catálogo de una librería no se parece en nada a una biblioteca personal», escribe Fanti, y condensa en esta escueta declaración dos realidades fundamentales a la hora de entender «bien» cómo deben ser la librería y la librera: la primera, dispuesta a poner al mismo nivel del libro como objeto las necesidades y la curiosidad del cliente lector que la habita; la segunda, un ser capaz de mantener el equilibrio entre la carga mínima de prejuicios y la presencia de esa huella personal, fundamental en el responsable de seleccionar un catálogo y darle a la librería un sello distintivo, que la haga única, atractiva y necesaria, en este caso en el marco de una gran ciudad.
Afirma también Fanti, no sé si sosteniéndose en la estadística –que probablemente sí–, pero sin duda apoyándose en la estela de la leyenda, que Buenos Aires «es la ciudad que más librerías (y mayor variedad de librerías) tiene, por habitante, en el mundo». Sin embargo, esto no fue un obstáculo para que, en 2017 y después de haber asistido en el espacio a una lectura de Hebe Uhart, se quedara con la Librería Céspedes, entonces ubicada en un pequeño local de 23 metros cuadrados en el barrio de Colegiales. Poco más de tres años necesitó Fanti para hacer crecer aquel mundo minúsculo y prácticamente cuadruplicarlo. «La Céspedes actual tiene cien metros cuadrados y hoy hay catorce mil quinientos títulos y treinta y cinco mil libros». La invención de un lector es la historia de esa experiencia, de esa transformación, condensada, como indica su subtítulo, en seis apuntes sobre sendas ideas básicas, ineludibles para todo aquel que aspire a convertirse en un buen librero, y una reflexión sobre el ejercicio de la profesión.
Desde la crítica a los elementos innecesarios que rara vez aportan al libro, como la faja o el retractilado, al análisis de la posibilidad de construir un lector, de inventarlo prácticamente desde cero gracias al marketing y el estímulo del deseo, pasando por la importancia de la infancia y los años de formación como antesala e influencia de quien amará o no los libros en la edad adulta y buscará refugio en la lectura; de todo ello escribe Fanti con el tono justo de poética, una bienvenida capacidad de síntesis y una sólida trayectoria en el sector editorial, que la autora ha tenido oportunidad de contemplar ocupando distintos puntos de la cadena del libro.
Si a todo lo mencionado le sumamos un prólogo a la altura, escrito por Luigi Amara, y un contexto inmejorable, el de la colección «Editor», de Gris Tormenta, en la que se incluyen también interesantísimos títulos sobre la edición, el diseño, la traducción o los premios, concluimos que La invención de un lector merece participar con creces de ese diálogo infinito de los libros sobre libros, librerías y literatura.
Marina Sanmartín
Librería Cervantes y Compañía
[1] Una reseña de este libro fue publicada en este Blog en su día. (N. de la R.)
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