Pauls, Alan. Trance: un glosario. Buenos Aires: Ampersand, 2018. 130 p. (Lector&s). ISBN 978-987-4161-06-2. 15 €.
¿Qué sucede si un escritor revisa su experiencia de lector a través de un glosario autobiográfico? Lo ha hecho Alan Pauls en Trance. No es una campaña de promoción de la lectura, ni un tratado acerca de los beneficios que esta trae, y menos una lista de los sabios que se supone que llegamos a ser al finalizar un libro. Trance es un placer, un acto de espionaje a un escritor. Su objetivo, según explica el autor en la introducción, es declarar la deuda que escribir tiene con leer.
Abuso, anteojos, celda, misterio, monstruos, pudor, silencio, subrayar, zugzwang… Son treinta y nueve entradas en un tono que se siente quizás lejano por la tercera persona, y al mismo tiempo muy íntimo por las escenas que describe. Por ejemplo, al imaginar a este escritor argentino siendo «léido» (así, con acento en la «e») por su abuela paterna, judía alemana proveniente de Berlín en 1939. Ella es quien le leerá sus primeros libros antes de irse a dormir, antes de entender lo que significan las letras unidas formando palabras. «Leer no es necesariamente amar; ser leído, en cambio, es ser querido (como lo saben los padres a menudo más que los hijos)».
Leer es un «vicio gratuito, benéfico, generoso». «Es una pasión silenciosa y más bien célibe, que se abre y se cierra cada vez que sucede, pero que no se extingue nunca». Con un libro en las manos luchamos contra los enemigos de la lectura que el escritor comenta: el multitasking y las interrupciones. Nada más cierto que leer exige una exclusividad absoluta. No es posible hacerlo mientras se realiza otra tarea, quizás por eso para muchos es más fácil sentarse a ver una serie, una película. Leer requiere esfuerzo, la creación de un universo nuevo para aislarse del verdadero y al mismo tiempo para comprender el ya conocido. Su definición de anacronismo es genial: «leer tal vez sea la última práctica continua que quede en el mundo».
¿Cómo es nuestra relación del silencio con la lectura? Pauls nos cuenta una bella historia en su definición de Silencio: San Agustín viaja a Milán a ver al obispo Ambrosio y lo encuentra leyendo en silencio delante de otras personas, incluso algunas desconocidas. Es una actividad íntima, secreta: «Es esa desvergüenza la que lo deja perplejo. Y también la idea, extraordinariamente moderna, de que el silencio pueda ser obsceno». En el universo de Pauls están Arlt, Barthes, Bolaño, Borges, Flaubert, Piglia, Proust, Puig, Saer entre otros autores que forman parte de sus lecturas que son «una práctica diaria, un trabajo, una misión, una militancia… una deuda, un hobby, una droga».
Trance es una forma de conocer a un escritor a través de palabras que dialogan unas con otras; y todas ellas con el lector. Al final nos damos cuenta que «leemos el libro tanto como el libro nos lee a nosotros». Es cierto que lo hacemos para vivir y también para escapar de la vida, para saber qué es vivir y cómo hacerlo. Leemos porque es inevitable. Y tal como ha sido un placer espiar a Alan Pauls como lector, también lo sería conocer su trance como escritor.
Isabel-Cristina Arenas
De la 6.ª promoción de la Escola de Llibreria
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