Luri, Gregorio. Sobre el arte de leer: 10 tesis sobre la educación y la lectura. 2.ª ed. Barcelona: Plataforma, 2020. 104 p. ISBN 978-84-17886-42-4. 10 €.
Podría resultar afectado o presuntuoso que una afirmara que aprender a leer ha sido lo más importante que le ha pasado en la vida. Quizá porque la palabra lector se ha vinculado excesivamente con la imagen romántica de la cultura, vino en mano, profunda y reflexiva (curioso que la palabra lector no nos dirija, sirva de ejemplo, a una niña con su cuento ilustrado). No obstante, después de leer Sobre el arte de leer, un fresco y enérgico aire pedagógico te invade y no cabe sino declamar, esta vez desde la humildad y el profundo agradecimiento, que efectivamente leer es el mejor regalo y acto de amor que puede dejar un maestro.
El libro es una versión de la conferencia pronunciada por Gregorio Luri el 5 de julio de 2019 en la cuarta edición del Forum Edita, un encuentro organizado cada verano en Barcelona por el Gremio de Editores de Cataluña y la Universitat Pompeu Fabra. Puesto que se trata de una reunión en la que se plantean los retos y problemáticas del mundo del libro y la cultura, la aportación de Luri y su foco de atención en la educación no puede resultar más certera y oportuna. En efecto, su conferencia tiene por nombre «Sin educación no hay lectura», título que funciona como síntesis de toda su ponencia y que, asimismo, va a la raíz de la cuestión a tratar. ¿Cómo vamos a salvar los libros si no enseñamos a leer bien y fomentamos el interés por ellos? A lo largo de su propuesta, Luri puntualiza diez tesis sobre la educación y la lectura, esbozando así el panorama abierto de lo que implica enseñar y saber leer, sus consecuencias, dificultades y satisfacciones.
Aunque de lo que Luri se siente más orgulloso y satisfecho es de su título de maestro de escuela, es indudable que su formación filosófica deja poso en cada página de su trabajo. Sus aportaciones son tan profundas que remiten de hecho a las más clásicas teorías de la filosofía del lenguaje, la pragmática y el aprendizaje lingüístico. Sin ir más lejos, la hipótesis principal del libro, a saber, «leer es el arte de encajar un texto en un contexto», enmarca perfectamente la teoría de los actos de habla de Austin y la teoría intencional del significado de Searle, en las que las nociones de intención del comunicador, contexto y cooperación son fundamentales. En torno a esos tres conceptos giran, de hecho, los argumentos de Luri. Especialmente se reitera el carácter cooperativo del lenguaje, y en consecuencia, de la lectura. Insiste en contadas ocasiones en que a través de los libros tenemos la maravillosa oportunidad de participar en el diálogo sagrado de las mentes más brillantes de la historia. Mentes que, añadiría, son tan brillantes por dominar el lenguaje de manera asombrosa, o lo que es lo mismo, por saber moldear el pensamiento con total libertad.
Para aprender a leer bien, o dicho con otras palabras, para aprender a pensar con libertad, efectivamente, se necesita un maestro. Un maestro que no solo enseñe a leer, sino que también desarrolle la curiosidad, la autodisciplina y la atención del aprendiz, cualidades que pareciera que hoy, más que nunca, son tremendamente necesarias, y no solo entre los más pequeños. Ese maestro asimismo le debe enseñar a amar su relación con la intimidad, la soledad y el silencio; le debe enseñar, pues, a vivir la vida de una manera más paciente, profunda y consciente.
Cabría añadir que también es función de este profesor dar espacio y valor a las propias ideas del aprendiz, dado que se puede caer fácilmente en el vicio de formarse una opinión tan solo a partir de las ideas leídas en otros. Luri no comenta nada al respecto, pero considero importante resaltar el peligro de matar la propia creatividad y originalidad de pensamiento al proponer la lectura como panacea universal. Leed mucho, sí, pero también pensad mucho por vosotros mismos, y hacedlo bien. Viene al caso aquí el consejo de Goethe: «lo que de tus mayores has heredado, gánalo, para que, de verdad, sea tuyo» (Fausto, I, 682).
Una de las ideas más bonitas del libro de Luri es que todos podemos ser ese maestro. Por lo tanto, especialmente los que nos rodeamos de niños, tenemos la responsabilidad de ofrecer una imagen rica de la lengua común y dar ejemplo de libertad de pensamiento. Hacemos un enorme favor al hablar bien a los niños, con palabras adecuadas, variedad prosódica e ideas frescas, pues su capacidad lingüística y, por ende, de pensamiento, determina sus vidas.
Al terminar la lectura, me hizo gracia darme cuenta de la sana motivación e impulso pedagógico que este libro me había inspirado. La cosa más bonita que le puede pasar a un escritor es que su lector pueda no sólo entender lo que escribe, sino sentir de primera mano, honestamente, el verdadero mensaje de lo que cuenta. Y así sucede con Sobre el arte de leer: el propio libro es reflejo de la gran fuente de inspiración y conocimiento que puede llegar a ser la lectura. Este llamamiento docente supone un incentivo transparente para insistir en el desarrollo atento del lenguaje e instruir en el arte de leer. Un arte que, como todo arte, ha de enseñarse, aprenderse y practicarse lentamente. Conviene terminar recordando justo esta idea que, de la mano de Nietzsche, cierra asimismo el libro de Luri: «enseña a leer bien, es decir, despacio, profundizando, movidos por intenciones profundas, con los sentidos bien abiertos, y con unos ojos y unos dedos delicados» (prólogo de Aurora, Nietzsche, 1886).
Marina Betés Escarpa
De la 7.ª promoción de la Escola de Llibreria
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