Castleman, Michael. The untold story of books: a writer’s history of book publishing. Los Angeles: The Unnamed Press, 2024. 271 p. ISBN 978-1-96188-408-3.
Michael Castleman es un escritor y periodista estadounidense. Aunque sus obras abarcan campos muy variados –medicina, salud y sexualidad en el campo del ensayo periodístico, así como una serie de novelas de misterio, sin contar sus numerosos artículos en revistas–, no deja de sorprender esta incursión en la historia del libro para explicar la evolución del negocio editorial desde el punto de vista de los autores, tarea a la que confiesa haber dedicado dieciocho años de los cerca de cuarenta de su vida como escritor.
Castleman no es un historiador ni pertenece al mundo universitario, pero su experiencia como autor y sus dotes de buen comunicador le hacen rellenar el hueco existente entre las historias del libro escritas por autores reconocidos del mundo académico y las abundantes memorias de editores y libreros publicadas en las últimas décadas a ambas orillas del Atlántico. Así, construye un relato dirigido al lector no especialista para que pueda entender un mundo de relaciones complejo y cambiante, poblado por actores diversos: escritores, editores, impresores, distribuidores, libreros y, por supuesto, lectores.
El libro nos relata la evolución histórica de la publicación de libros, desde la antigüedad (las edades antigua y media aparecen como un simple preludio de la aparición de la imprenta) hasta la actualidad (los datos más recientes son de 2023), dividiéndolo en tres partes, que identifica con los tres modelos de negocio que, a su entender, han regido las interacciones entre autores y editores para la publicación de libros a lo largo de los últimos cinco siglos.
Aunque no son divisiones tajantes, al existir siempre un solapamiento temporal en cambios que afectan a desarrollos tecnológicos, económicos, legales y del propio carácter de las obras escritas, los períodos o fases serían: el primero, desde la aparición de la imprenta hasta finales del siglo XIX; el segundo, desde la I Guerra Mundial hasta el año 2000; el tercero, desde el año 2000 hasta la actualidad.
Los capítulos en que se divide cada parte desgranan las características de cada período, con una mezcla de datos, relatos y algunas anécdotas y analogías con el presente que el autor utiliza para que el lector dé respuesta a preguntas de actualidad, como quién fue la primera mujer autora o editora, la primera biblioteca pública, orígenes de las dedicatorias, las probabilidades de escribir un best-seller o convertir en cifras actuales los costes, las ventas o las ganancias de autores y editores a lo largo de los siglos.
Así, en el primer período, los impresores son el eje de la industria. Con ellos contactan los autores para que les publiquen sus obras y también se encargan de venderlas. Se supone que los autores no escriben por dinero y no existen derechos de autor, por lo que la piratería reina por doquier. Hay una evolución en las técnicas de impresión y una necesidad de llegar a un público cada vez mayor con el aumento de la alfabetización y así surgen las bibliotecas públicas. La gestión del negocio se complica, lo que hace que a finales del siglo XIX todo esté listo para el salto a una nueva fase, a la que el autor califica de «tradicional».
Este segundo período, aunque breve en número de años, representa una especie de edad dorada para los escritores, que cobran por publicar. Las editoriales se consolidan y se independizan de las imprentas, surgen las agencias y editores literarios, los autores hacen valer sus derechos a través de sus organizaciones y negocian los contratos con los editores; la legislación sobre derechos de autor se hace cumplir. Se consolidan las grandes distribuidoras. Los canales de venta se diversifican a través de los grandes almacenes, que ofrecen las ediciones populares, y las librerías que siguen manteniendo una idea más elitista de la cultura, aunque la clave de las ventas estriba en los best-sellers, potenciados por los medios en los que se publican las más reconocidas «listas» y reseñas. Esta fase entra en su fase final con una concentración tanto a escala de editores (predominio de los denominados «cinco grandes»: Penguin Random House, Hachette, Harper Collins, Simon & Schuster y Macmillan) como de venta (grandes cadenas de librerías, como Barnes & Noble o Borders), frente a los que intenta hacerse camino un tenaz movimiento de editoriales y librerías independientes. La piratería toma forma de fotocopia.
El cambio de siglo trae la tercera y última fase, en la que estamos en la actualidad y en la que, como nos recuerda el autor, tampoco surge de la nada. No es fácil analizar todos los cambios, algunos muy fugaces, que implica la revolución digital. Aunque todo nos resulta familiar, no contamos con la perspectiva necesaria para valorar la trascendencia presente y futura de algunos sucesos o fenómenos, como por ejemplo el auge y decadencia del libro electrónico. Por ello es digno de elogio la recopilación de elementos, datos y también opiniones que el autor nos presenta para poder entender lo que está pasando ahora en el mundo del libro. Así, observa cómo los autores, como antaño, vuelven a pagar por publicar y cómo el reducto de la edición y las librerías independientes se mantiene gracias a la revolución digital. También aparece la nueva versión del pirateo, el digital, posiblemente más potente que las anteriores.
Si la primera fase se centraba en el autor y la segunda en el editor, la tercera se centra en la distribución y venta y esto se consigue a través de las grandes plataformas, de las que su paradigma es Amazon. Este gigante cuenta con un enorme stock (la importancia de los almacenes de fondos editoriales es crucial ahora) con acceso electrónico y venta directa al público, servicios de publicación para autoedición, versiones electrónicas de los libros, un poder ingente en las negociaciones y, además, su viabilidad empresarial no depende de los libros. Las grandes empresas editoriales y de distribución se alían a su vez con conglomerados mediáticos, esenciales para captar públicos. A partir de este panorama, el autor adelanta algunos posibles escenarios para el futuro cercano, que pronto podremos confirmar o desmentir.
A pesar de todo, el autor, aunque considera decisivos los avances tecnológicos en la evolución de la industria del libro, afirma que el elemento clave «…no han sido ni los autores ni los editores, sino el modo en que el siempre creciente número de lectores han respondido a la evolución de la industria». Una loa al mercado para una historia dedicada al gran público.
Centra el autor su libro en el libro como objeto comercial y en autores fundamentalmente literarios o enfocados al público general. No se incluyen por tanto otro tipo de obras, como puede ser la edición científica, presente desde el Renacimiento y fundamental en la actualidad por su envergadura y trascendencia para la investigación y el desarrollo. Hay mención continua al copyright, pero no se hace mención al copyleft, impulsor del movimiento del acceso abierto.
No se trata tampoco de una historia universal o, al menos, de todo el mundo occidental, sino que se centra casi exclusivamente en los Estados Unidos de América. Existen referencias a Inglaterra, las imprescindibles para ilustrar algunos pasajes y para entender los conflictos legales originados por la piratería y el derecho de autor planteados entre ambos países, sobre todo en el siglo XIX, pero lo que se cuenta en sus páginas no puede trasponerse automáticamente a España o a Europa. Lo cual no le quita en absoluto interés a su lectura, que se hace amena, informativa y, muchas veces, apasionante.
Bibliotecario jubilado del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos
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