Bertotti, Gabriel. Margen crítico. Manacor: Món de Llibres, 2017. 276 p. ISBN 978-84-617-8473-8. 19 €.
He asentido siempre que he oído o leído que un libro tiene una doble vida. Que existe el momento de la creación, en el que el libro pertenece al autor y el momento de la lectura, en el que el lector se apropia del texto y recrea el contenido. Obvio, me dirán. De acuerdo, es obvio, pero yo nunca lo he entendido de una manera tan clara como leyendo el libro de Gabriel Bertotti que tengo entre manos.
Margen crítico es una colección de artículos que aparecieron entre 2007 y 2015 en el blog de la librería manacorense Món de Llibres. Juntos ahora, editados y limpios de repeticiones, forman una estructura de reflexión y creación divida en cuatro actos. Un intento de demostrar cómo las lecturas y la literatura han marcado la vida de este mallorquín argentino nacido en Bahía Blanca. Y digo la literatura, porque a este letraherido le interesa tanto el autor y las causas y circunstancias en las que está escrita una obra como el texto. Y no sólo le interesa el análisis científico, académico de un libro, sino las mil puertas creativas que puede abrir. Trabaja Bertotti en las relaciones reales e inventadas, en los símbolos superficiales, en los profundos y en los inexistentes pero posibles.
No estamos, por tanto, ante un libro de crítica literaria al uso, ni en un puñado de anécdotas de escritores y novelas, sino ante una reflexión imaginativa, una recreación de la literatura a partir de la lectura exigente que exprime hasta la fibra de celulosa cada lectura.
En la primera parte de su libro Bertotti ha reunido un puñado de ignorados o infames libros inexistentes que deberían estar en cualquier biblioteca que se precie por su rareza y su significado clave. Aquí hay desde escritores sin obra hasta libreros riojanos nacidos en Andalucía que describen con maestría el genio de Mallorca. Desde donjuanes prudentes hasta románticos aristócratas suicidas británicos; filósofos que prohibieron la publicación de su obra e hijos de agraviados personajes de cuentos de Borges que quieren reivindicar a su progenitor.
En la segunda parte Bertotti habla con libros existentes, con clásicos contemporáneos o con cualquiera que le estimule que haya ido cayendo en sus manos. Juega con los estilos y se mete entre los personajes y ambientes de los libros en estas miniaturas de tres o cuatro páginas. Bertotti no quiere explicar un libro sino intentar reflejar qué impresión física o espiritual le ha provocado. A veces evoca su encuentro con alguno de los autores de los libros, los hace protagonizar su pequeño relato para que el juego literario no acabe nunca.
Hay un poco de todo en este baúl. Clásicos universales, el Tao te King, Lucrecio, Teru Miyamoto. Memorias concentracionarias de Elina y Shalámov. Vivencias personales como las de Miles Davis o Màrius Serra. Grandes clásicos del XX como McCarthy, Flann O’Brien, Lowry, King, Paul Morand o Shirley Jackson. Filósofos, viajeros y poetas llamados Jacobo Siruela, Jordi Esteva, Josep Lluís Aguiló o Matamalas. Y, por supuesto, sus amados escritores latinoamericanos, siempre presentes, Amado, Sebreli, Fonseca, el gran periodista deportivo Dante Panzeri y la figura enorme de Cortázar.
Sobre autores escribe Bertotti en su tercera parte. No hay que volver a decirlo: reflexiones creativas llenas de literatura. No busquen descripciones ni composiciones académicas en estos acercamientos amorosos a Hemingway, Philip K. Dick, Sandor Marai, Cortázar, B. Traven, Onetti, César Aira, Borges, Laiseca ‒en cuya entrada establece un canon de la literatura argentina‒ Luis Alberto Spinetta, Jordi Esteva, Cormac McCarthy, Beckett y Kafka. Encontrarán tributo, agradecimiento y pulso narrativo.
Bertotti reúne en la cuarta parte una serie de artículos variopintos, desde homenajes a trabajos relacionados con la literatura, como el recuerdo a Jaume Vallcorba o el elogio a la traducción del Ulises de Marcelo Zabaloy. Reflexiones sobre lo que la literatura ha significado en su vida: listas de lecturas formativas imprescindibles, meditaciones sobre la naturaleza de la literatura, sobre la relación de la muerte y el sexo con la literatura, cavilaciones sobre lo que sea la poesía y la lírica.
Y así se cierra este margen crítico de Bertotti, este aprovechar las rendijas de la literatura para colarse y dejar constancia de su amor y de su necesidad:
«...¿hay que seguir escribiendo? Y por tanto ¿leyendo?
No necesariamente. Habrá alguien que no podrá evitarlo, y como el escorpión que pica siguiendo su naturaleza, renunciará a vivir durante el descenso a sus más oscuros abismos para escribir una historia que a partir de papel y tinta y sangre se hará carne y palabras y se transmitirá de padres a hijos.
Se escribe ficción a pesar de uno. Se lee ficción a pesar de uno. Escribir y leer ficción son rasgos adaptativos de la especie que se han conservado durante milenios por una sencilla razón: son perfectos mecanismos de adaptación al medio y a uno mismo.»
Nadie mejor que una editorial creada por una librería literaria para editar estas páginas que durante tanto tiempo ha ido reuniendo Gabriel Bertotti.
Nacho Borraz Fernández
La Central del Raval
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