Butland, Stephanie. La vida escondida entre los libros. Trad., Laura Fernández. Barcelona: Los Libros del Lince, 2018. 270 p. ISBN 978-84-17302-04-7. 19,90 €.
«¿Qué sentido tiene poseer un libro que no vas a leer? No comprarías una pera para mirarla para siempre, ¿verdad?»
Loveday Cardew, protagonista de la primera novela escrita por la británica Stephanie Butland, se plantea a lo largo del texto diversas preguntas y realiza algunas reflexiones sobre el sector del libro en las que centraré el contenido de esta reseña. Todo ello lo hace desde su posición de dependienta en una librería de viejo denominada Sin Palabras en la ciudad de York, al norte de Inglaterra.
Si el lector es un buen amante de los libros, asiduo a las librerías y a las bibliotecas; o más aún, si es un trabajador vinculado a ellas, encontrará que estos pensamientos de Loveday son recurrentes, que plasman con acierto ciertas situaciones cotidianas que se pueden vivir cuando se trabaja en este sector o incluso que traspasan de forma verosímil la frontera entre trabajo y vida personal. En este sentido, La vida escondida entre los libros es una de las novelas donde he apreciado la forma en que la autora relaciona el sector del libro con la personalidad de su protagonista y con algunas de las decisiones que toma. De esta manera, conocer gente nueva y establecer temas de conversación, analizar las motivaciones de compra de sus clientes, el siempre insalvable orden de los libros en las estanterías, etc. son algunas de las situaciones narradas en esta novela que facilitan la comprensión de los rasgos de Loveday sin dejar que el lector pierda la conexión con el resto del texto.
Otro aspecto que me gustaría destacar de la novela es la apreciación de la lectura más allá de su uso como medio de ocupar el tiempo de ocio o de aprendizaje, sino también como herramienta para curar o paliar las heridas que la vida nos va infringiendo, la biblioterapia. Así pues, las veladas poéticas de los miércoles por la noche en el bar George and Dragon en los que Loveday acaba participando facilitan parte de su recuperación.
«¿Quién no rescataría un libro?»
Entre las líneas iniciales de la novela encontraremos la primera pregunta que Loveday se hace y que ya nos indica la pasión que siente por los libros. Se trata de un ejemplar titulado Grinning Jack del poeta Brian Patten que Loveday no duda en recoger del suelo, llevar a su librería e incluso confeccionar un cartel donde se indica que se ha encontrado ese libro para que su dueño pueda recuperarlo. A partir de ese episodio, la autora usará la técnica del flashback y nos paseará por tres momentos imprescindibles de la vida de Loveday: 1999, cuando ocurrió una situación traumática que la llegada de unos libros le hará recordar aún más; 2013, donde encuentra el lado oscuro de las relaciones amorosas, y 2016, que es el momento de partida del descubrimiento del libro de poesía.
Entre los otros temas que se entrelazan en el texto hallaremos una historia de amor, la relación materno-paterno filial, el maltrato y la violencia de género, así como la amistad incondicional. Todos ellos se relacionan sin estorbarse demasiado entre sí y los personajes secundarios se dibujan de forma correcta.
Seguidamente comento alguna de las preguntas, acciones y reflexiones de Loveday relacionadas con su trabajo y su vida donde los profesionales de las bibliotecas y librerías tendrían algún detalle a resaltar.
1. El perfil de librero y sus tareas
a. Perfil físico y psicológico
Loveday es una chica morena de 25 años que desde hace 10 trabaja en Sin Palabras. Lleva piercings y lo que destaca en ella es que tiene tatuadas en todo su cuerpo siete frases iniciales de los siete libros que más le han gustado hasta ese momento (Anna Karenina, etc.).
Sobre su perfil psicológico sólo subrayar esta descripción para disponer de una primera imagen: «Archie (el dueño de la librería) dice que mantengo a buen recaudo todo aquello que me hace interesante y que llegar a conocerme supone un ejercicio de fe recompensado.»
b. El orden de los libros en las estanterías
«Mi madre solía ordenar las cosas alfabéticamente guiándose por la primera palabra del título. A veces me he preguntado si no deberíamos hacerlo así aquí. La mayoría de gente recuerda más los títulos que los autores, por lo que podría tener sentido. En casa los ordeno en función de los “leídos” y los “no leídos”, y voy moviéndolos de un estante a otro. Lo que me digo es ¿por qué perder un valioso tiempo de lectura clasificándolos?»
Este es uno de los temas recurrentes en las librerías y bibliotecas: la magia y los motivos de ese orden que nos obstinamos en conservar y al que dedicamos una parte importante de nuestro tiempo laboral.
2. El perfil del cliente/usuario
a) El Carnet del Buen Cliente de Librería
«Para conseguirlo, no tendrían más que aprender ciertas normas básicas: dejar el libro en el sitio en el que lo has encontrado, tratarlo con respeto y no comportarte como un imbécil con la gente que trabaja en la librería. No es tan difícil. Piénsalo.»
Para una persona ajena al mundo del libro, pedir cualquiera de estos requisitos podría parecer un poco exagerado o descabellado. Muchos de los usuarios de las bibliotecas y de los clientes de las librerías son personas entrañables que disfrutan del mundo de los libros (del ocio, del aprendizaje, del silencio, etc.); pero la realidad es que, como en otros sectores donde el trato directo es vital para la realización del servicio o de la venta del producto, también existen personas que no son tan agradables de atender o que dificultan el trabajo de los profesionales.
En relación con las librerías y bibliotecas no he encontrado ningún carnet que tenga estos requisitos o alguno parecido. Si alguien conoce algún ejemplo, sea libre de dejarlo en la zona de comentarios al final de esta reseña.
Por supuesto, en las librerías se puede hacer uso del derecho de admisión y, en el caso de las bibliotecas, sí que existen algunos elementos más relacionados. Es el caso de las normativas y alguna campaña de sensibilización en algunos temas destinada a los usuarios: devolver correctamente los libros (a tiempo y en buen estado), etc.
Un ejemplo sería la Normativa de uso de las Bibliotecas del Consorcio de Bibliotecas de Barcelona ciudad y la campaña que esta misma red confeccionó en mayo de 2014 para concienciar a los usuarios sobre sus deberes. Esta campaña se denominó «Ens agraden els lectors» («Nos gustan los lectores») y se componía de varios marcapáginas, fundas para libros y plafones informativos. Gracias al personal de esta red, si clicláis en la imagen podéis ver los puntos en formato PDF.
b. Los donativos de libros anónimos y los objetos que se pueden encontrar dentro, como las flores secas
«Lo único bueno es que no he tenido que meter dentro las bolsas de libros que la gente deja cada mañana en la puerta porque son incapaces de diferenciar una librería de segunda mano de una organización benéfica.»
Existen diversas formas en las que una persona puede donar libros a una librería o biblioteca: poniéndose en contacto con su personal, desplazándose, etc. Y también existe el anonimato de las bolsas de libros en las entradas o en los buzones de devolución de los préstamos. Es curioso que, según este libro, este hábito también sea común en las bibliotecas.
«Había una biografía de J.S. Bach en la caja, y cuando la abrí, encontré un pedazo de papel vegetal cuidadosamente doblado que encerraba una rosa.»
Una de las fuentes de entrada de libros en la tienda procede de Ben, un chico que se dedica a vaciar casas y, cuando encuentra libros en ellas, los mete en cajas que lleva a la librería. En una de estas cajas es donde Loveday encuentra esta rosa seca, cuyo proceso efectúan algunos amantes de los libros, y que se podría descubrir cuando se recibe una donación tanto en las librerías como en las bibliotecas. Otra variable sería esconder notas dentro de los libros. Sería el caso de una promoción que hizo en el 2014 el grupo musical Coldplay. La idea era esconder la letra escrita a mano por Chris Martin de una de sus nuevas canciones en un libro de la Biblioteca Pública Sant Pau-Santa Creu de Barcelona ciudad.
c. ¿Qué está buscando el cliente/usuario? Esas pistas que a veces no son tan claras
«Hay cuatro tipos de peticiones de libros. El primero es el mal recordado-inexacto (La tormenta perfecta por La tempestad). El segundo es el “me tomas el pelo”. El tercero es el de “la recomendación de la semana” (“Escuché en un programa de radio…”). El cuarto es el tipo en el que puedes emplearte a fondo, y dejarte la piel, porque es muy difícil de encontrar.»
Esta y cualquier otra casuística nos ha pasado a todos los profesionales de las librerías y las bibliotecas. Sin ir más lejos, trabajando en una biblioteca pública hace más de 15 años, una persona mayor me preguntó por el Tratado de Maastricht y, cuando se lo entregué, me dijo que le faltaban fotografías. Así que investigando sacamos en conclusión que lo que quería era una guía de viajes de Europa, que fue el libro que se llevó prestado.
d. Criterios por los que un cliente/usuario compra/busca un libro
Según Loveday hay tres motivos principales para comprar un libro: simplemente por amor al libro (como objeto de deseo, etc.), por recomendación o para aprender.
e. Temas de los que conversar cuando no quieres hablar de tu pasado y trabajas en una librería
Loveday posee un listado de temas para usar en situaciones donde no quiere hablar de ella: libros que ha leído y le han gustado y por qué; libros que ha leído y no le han gustado y por qué; libros que quiere leer, pero aún no ha podido y por qué; libros que ha decidido no leer y por qué; los clientes; Archie (el dueño de la librería); Melodie (la chica que ayuda en la librería de vez en cuando).
Sin duda esta novela es una pieza literaria interesante por el afecto que se le puede coger a la protagonista, por el sinfín de eslabones que enlazan con el sector del libro, por la propia historia que se narra, etc. Que cada lector elija su motivo para no dejarla escapar.
María José Sola
Formadora de bibliotecarios
www.mariajosesola.com.es
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