Díez Jayo, Juan Carlos. Libros malditos, malditos libros. Vilassar de Dalt: Piel de Zapa, 2013. 257 p. ISBN 978-84-15216-73-5. 18 € paper, 5 € llibre electrònic.
Advertencia a los bibliópatas, bibliófilos, bibliofrénicos, bibliomaníacos, bibliocleptómanos y amantes de la lectura y de los libros en general: la lectura de este libro seguro que causará la necesidad irrefrenable de buscar, comprar, leer, poseer (y, para los menos afectos a las reglas, robar) muchos libros.
«Como todo lo sensacional, una historia mejor que la verdadera explica su origen.» (p. 26).
¿Y qué tal sesenta historias sensacionales sobre uno de nuestros temas favoritos –los libros, ¡por supuesto!– narradas por un autor que supo cómo elaborarlas aún mejor?
Esto es lo que nos propone Libros malditos, malditos libros: sesenta anécdotas que configuran una panorámica muy sabrosa sobre el universo de la lectura, de los libros extraordinarios y curiosos, de bibliotecas reales, imaginarias o peligrosas, de escritores y mentes brillantes (y, muchas veces, perturbadas) y lectores bibliófilos y obsesionados.
El lector conocerá, por ejemplo, historias de libros misteriosos, como la del ilegible Codex Rohonczi y la del seductor Codex Seraphinianus: del primero, como nos dice el autor, «apenas podemos hablar que existe», pues no sabemos quién lo escribió, cuál es su título y de qué trata (y eso si se trata de verdad de un libro…) y el segundo, formado por cuatrocientas páginas de un mundo imaginario que sedujo desde Calvino a Tim Burton, escrito en la indescifrable lengua serafiniana. También están presentes los libros de raras dimensiones, como el famoso Codex Gigas, el más grande que se conserva de antes de la invención de la imprenta (con 89 cm de alto, 40 cm de ancho, 75 kg y piel de 160 terneros como hojas), y las ediciones minúsculas que promueven calurosa disputa entre los «liliputófilos» (¿cuál es el más pequeño del mundo: el Camaleón, con sus imposibles 0,9 x 0,9 milímetros –«apenas un grano de sal»– o un zodiaco chino con supuestamente medio milímetro menos?). Algunas historias nos llevan por caminos más tétricos, como los libros encuadernados con piel humana (sí, existen, y algunos son pruebas de que el amor no encuentra barreras), un ejemplar recuperado de un ataúd y uno que nos explica los hábitos alimentarios de sus ocupantes, con el instructivo título De masticatione mortuorum in tumulis.
A las historias de libros raros y curiosos como estos, se suman relatos muy buenos (y cómicos) acerca de escritores y sus pequeñas tragedias. En «Tres asesinatos literarios» conocemos los dramas de autores que cometieron con sus plumas (y, quizá, no solo con ellas…) crímenes perfectos (¿o crímenes perfectamente narrados?), sacrificios humanos o «personajecidios» (Sherlock Holmes por sir Conan Doyle). Autores y estudiosos geniales que dejaron de escribir (Pascal), que sacaron inspiración en los más raros objetos (Maupassant, una mano disecada), que no tenían dónde escribir (Ramanujan), que inventaron el horror más tenebroso (Lovecraft) y algún otro (no muy creativo) que pasó la vida rellenando un diario interminable y aburrido. Mi preferida, «Los dos Borges», nos habla de la ironía de un Borges paradógicamente conocido y no reconocido en la ceguera de una biblioteca de bibliotecarios que no pueden ver.
El espacio de este «Gabinete de curiosidades» para bibliófilos y amantes de la lectura parece interminable: es toda una galería de hechos y tipos raros y extraños del mundo del libro. Contiene desde piezas que exigen un tratamiento noble y asiento superior –como el libro viviente de los sijs, que es transportado en telas de seda, se acuesta en una cama de sábanas limpias y almohadones y, ricamente vestido, pasa el día en su trono–; «objetos» menos distinguidos (un ejemplar de La dama de las camellas, de Dumas, por ejemplo. ¡Malditas erratas!), hasta personajes que merecerían vigilancia reforzada, como el pérfido falsificador shakesperiano y el bibliófilo que tenía cierta «dificultad» de lidiar con sus clientes y deshacerse de sus tesoros (aunque, confieso, la bibliofilia es un vicio con el que personalmente simpatizo y que justifica muchas locuras).
De estas historias de por sí sensacionales, el autor, gracias a un pertinente toque irónico y su conocimiento amplio –pero no pedante– del tema, nos regala sus versiones mejoradas y una mirada divertida que hace de su lectura un ritual para disfrutar con placer. No es de sorprender que el libro haya sido objeto de una cariñosa acogida por libreros, críticos, periodistas culturales y lectores en España, México, Chile, Colombia, etc. y objeto de un sinnúmero de reseñas en revistas, periódicos y blogs de bibliófilos y lectores aficionados (en https://librosmalditos.wordpress.com/ es posible acceder a las reseñas y entrevistas). Ganó premios, fue indicado como mejor libro por distintas instituciones culturales, e hizo llegar a su autor esta simpática tarjeta de agradecimiento, firmada por uno de los grandes lectores entre los lectores de nuestros tiempos:
Juan Carlos Díez, en diversas entrevistas, se presenta más que un escritor, como un lector amante de los libros y del acto de leer, que escribió este libro como un «canto de amor a la lectura». A nosotros, sus apasionados lectores, nos resta esperar que nos invite a conocer otras salas de su encantado «Gabinete de curiosidades».
Carolina Cadavid
De la 4.ª promoción de la Escola de Llibreria
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