Giussani, Luigi. Mis lecturas. Trad., M.ª del Puy Alonso Martínez. Rev., Carmen Giussani. Madrid: Encuentro, 2020. 202 p. (100XUNO; 68). ISBN 978-84-1339-012-3. 17 €.
Luigi Giussani (Desio, 1922 - Milán, 2005), sacerdote, profesor de Teología y uno de los principales exponentes del catolicismo en Europa, es bien conocido por ser el fundador de la fraternidad católica Comunión y Liberación, movimiento eclesial presente en cerca de 70 países. De su padre, el socialista Beniamino Giussani, heredó su amor por la poesía, la música y la pintura; de su madre, Angelina Gelosa, heredó la religiosidad.
En 1933 entró en el seminario San Pedro Mártir de Seveso y en 1937 se trasladó al seminario de Venegono Inferiore donde fue ordenado sacerdote en 1945; permaneció en el seminario como profesor hasta que en 1954 solicitó enseñar en el liceo estatal Berchet de Milán, empujado por el alejamiento de los jóvenes de la Iglesia. En este instituto Berchet creó la Gioventù Studentesca, que en 1969 pasó a denominarse Comunión y Liberación; este movimiento, centrado en la vida de Jesús, tiene sus bases en la catequesis, la oración, la caridad y la cultura. A partir de 1964 y hasta 1990 enseñó en la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán.
La docencia que Luigi Giussani impartió fue la educación acorde con la fe y centrada en la razón, la libertad, la moral, el amor, el dolor y la Iglesia en el mundo actual. Como complemento de la enseñanza, dio frecuentes ejercicios espirituales y publicó numerosas monografías y ensayos. Por todo ello recibió reconocimientos importantes, como el Premio Internacional Medalla de Oro al Mérito de la Cultura Católica en 1995, el Premio Nacional para la Cultura Católica en 1995; su libro Il senso religioso (El sentido religioso) fue presentado en la ONU en diciembre de 1997.
Luigi Giussani falleció en Milán la madrugada del 22 de febrero de 2005, y siete años después el presidente de Comunión y Liberación, el sacerdote español Juan Carrón, solicitó la apertura de la fase diocesana de la causa de su beatificación y canonización al arzobispo de Milán, Angelo Scola, que la aceptó.
De su obras, además de Mis lecturas, objeto de esta reseña, destacan el manual Curso básico de cristianismo (Encuentro, 2008-2014), integrado por tres volúmenes: El sentido religioso, Los orígenes de la pretensión cristiana y Por qué la Iglesia, y las monografías De la utopía a la presencia (Encuentro, 2013), El camino a la verdad es una experiencia (Encuentro, 1997), La Fraternidad de Comunión y Liberación (Encuentro, 2007), Educar es un riesgo: apuntes para un método educativo verdadero (Encuentro, 1991), El yo, el poder, las obras (Encuentro, 2001), ¿Se puede vivir así?: un acercamiento extraño a la experiencia cristiana (Encuentro, 1996), El milagro de la hospitalidad (Encuentro, 2006), El atractivo de Jesucristo (Encuentro, 2000) y Toda la tierra anhela ver tu rostro (Encuentro, 2018).
Mis lecturas presenta obras literarias y películas que Luigi Giussani admira. Algunos de los doce autores seleccionados son poetas reconocidos universalmente, mientras otros no tienen la misma fama, pero sí la fuerza para impresionar a este sacerdote, extraordinario conocedor y analista de la cultura católica. Los capítulos son las conversaciones mantenidas con jóvenes y posteriormente revisadas para ser editadas; se puede intuir que eran vivas y coloquiales y que debían suscitar la curiosidad por las obras elegidas y el deseo de leer también otras obras de los autores comentados.
El libro, además de las enseñanzas que aporta y de las partes de las obras que ofrece, muestra la extraordinaria altura intelectual de Luigi Giussani, que le lleva a ver las obras desde ángulos diferentes, pero siempre a través de una perspectiva reflexiva católica y sin pretender estudiarlas desde la crítica literaria. Algunas de las reflexiones que se pueden intuir de la obra son las que figuran brevemente a continuación.
Giacomo Leopardi en la cima de su genio profético (p. 11)
Giacomo Leopardi (1798-1837) es el poeta especialmente querido por Luigi Giussani, del que en su adolescencia aprendió de memoria los Cantos y los hizo su única lectura durante meses. Luigi Giussani parte del primer factor en la antropología leopardiana, que se refiere a la sublimación del sentir, a la desproporción del hombre frente a la realidad. En «Sobre el retrato de una bella mujer esculpido en el monumento sepulcral de la misma», vuelve a tratar la desproporción entre el yo y la realidad. La verdad de Leopardi no está en una negación sino en la altura de sentimientos, en la espera para la que está hecho el hombre. El segundo factor del sentimiento humano es la desproporción que el hombre experimenta entre él y la realidad y que le invita a evocar, como ideal soñado, a la mujer amada, a la contemplación de la naturaleza, al transcurrir del tiempo y de la historia. El ideal propio interior es lo que permite al hombre vivir aquello por lo que merece la pena vivir. La ilusión ideal y la exaltación que produce en el hombre son un sueño que Luigi Giussani identifica con lo que le espera y le proporciona felicidad. Pero el sueño y la conciencia que el hombre tiene de la vida son también un recuerdo amargo, tal como refleja el poeta en «Los recuerdos» y en «La vida solitaria». La juventud pasada y el mundo como injusticia están presentes en los poemas y la injusticia que la realidad ejerce sobre el hombre resulta repugnante. En el comentario a «A Aspasia», dedicado a una de las mujeres que el poeta amó, Luigi Giussani afirma que hay una realidad distinta, que la mujer es el signo de algo que se encuentra más allá. La realidad aparece como la sublimidad del sentir, la exaltación, el ideal soñado y el recuerdo amargo; éste puede ser objeto de un juicio negativo, pero el «no» o negación es una elección, no una razón. La realidad que vive el hombre le pone un interrogante y una crisis y puede estar abierta a la respuesta última, respuesta que parece encontrar, en el mismo poema, el crisol de mujer y de belleza que vislumbra. En una afirmación algo forzada, Luigi Giussani afirma que la Belleza y la Mujer son lo que el Cristianismo llama Verbo, es decir, el Dios que se expresa. La Belleza, la Justicia y la Bondad son Dios.
Una lectura de Pascoli acerca de los destinos últimos (p. 33)
La obra del poeta Giovanni Pascoli (1855-1912) es un punto de referencia constante para Luigi Giussani al que lee considerando el último mensaje de sus Primi poemetti (Primeros poemillas); en ellos está la imagen que tiene de las cuestiones humanas definitivas. En «La grande aspirazione» compara al hombre con el árbol, pues ambos tienen grandes aspiraciones: el árbol aspira al sol y el hombre, sediento de la verdad, aspira al conocimiento y con él, a la felicidad. «La felicità» presenta la sed de dicha mediante el diálogo entre un viejo y el tiempo. «Il cieco» («El ciego») es la imagen de un hombre que no puede leer y que cuando su perro guía muere se queda solo en la oscuridad y su única aspiración es el encuentro con Cristo. «La llama» se refiere a la Iglesia, a la dulce sensación de no estar solo. La metafísica de Pascoli se puede resumir en su afirmación de que el hombre es la aspiración inexorable a la verdad (el libro) y a la felicidad (el caballero errante y el anciano, el tiempo).
El problema de la conversión en Ada Negri (p. 67)
La única mujer elegida por Luigi Giussani, la poetisa italiana Ada Negri (1870-1945), se convirtió al descubrir que todo nace de un acto de amor, que todo queda unido en él, incluso el mal, pero el mal es vencido. El eje de su poesía «Mia giovinezza» («Mi juventud») es «Amas y no esperas ser amado». El amor gratuito depende del ser como tal, de lo que es, no de lo que espera. En la conversión de Ada Negri influyó la intuición de que existe un amor absoluto sin retorno, que Jesús es la encarnación de ese amor gratuito y que el ideal ético cristiano es la caridad o amor que no espera nada a cambio.
El amor como creador de lo humano. Lectura de La Anunciación a María de Paul Claudel (p. 97)
Paul Claudel (1868-1955), diplomático y poeta francés, es el autor de La Anunciación a María, la mejor obra poética del siglo XX según Luigi Giussani. En ella presenta al amor como el creador de lo humano en su dimensión plena. El amor une a sus tres personajes principales: la joven Violaine, Anne Vercors, su padre, y Pierre de Craon, el constructor de catedrales; el odio, la dureza y la amargura dominan a los otros personajes: Elisabeth, Mara y Jacques, que son la madre, la hermana y el prometido de Violaine, respectivamente. El padre, que ya no puede vivir en Francia porque se ha convertido en un pueblo cristiano dividido y confuso, acude a Tierra Santa para rogar a Cristo que devuelva la unidad al país. A su retorno encuentra a Violaine muerta tras haber contraído la lepra al besar misericordiosamente a Pierre de Craon. El amor de los tres primeros personajes es cumplir sus designios incluso a través del dolor terrible, la generosidad y la obediencia cotidiana y se opone a la mezquindad de los otros tres.
La conciencia de la Iglesia en el mundo moderno en los coros de «La roca» de T.S. Eliot (p. 107)
T.S. Eliot (1888-1965) es el autor en que se apoya esta lectura de Luigi Giussani y concretamente en los coros de la obra de teatro La roca. De acuerdo con ella, manifiesta la actualidad cultural de la Iglesia en una secuencia de tres momentos: la posición de la Iglesia en un mundo que ya no la quiere, el escepticismo y el materialismo de la sociedad que afecta a los cristianos. La hostilidad a la Iglesia está en la renuencia a Cristo y en la abolición de Cristo está también la abolición de Dios. Eliot se pregunta por qué los hombres habrían de amar a la Iglesia y a sus leyes y también la razón de la hostilidad hacia ella; responde que la hostilidad está en la rebelión contra Cristo y la eliminación de Dios, en la invasión de la Iglesia desde dentro a través de la protestantinización del cristianismo porque ha perdido su unidad.
El descubrimiento de Miguel Mañara. Lectura de la obra teatral de Oscar V. Milosz
Miguel Mañara, del dramaturgo Oscar V. Milosz (1877-1939), y La Anunciación a María, de Paul Claudel, son los textos que marcaron el inicio de Comunión y Liberación. El venerable Miguel Mañara fue un personaje disoluto que vivió en Sevilla en el siglo XVII. La muerte de su esposa, tres meses después de contraer matrimonio, le llevó a la desesperación y a un proceso de profunda conversión; se acercó a un convento cuyo abad entrará a formar para siempre parte de su conciencia. En el monólogo final de la obra, Miguel afirma que Dios existe, que el amor permanece y que su amor por Dios es sincero, real e inmortal.
Reavivar lo humano. Sobre algunas cartas de E. Mounier (p. 159)
El gran filósofo católico francés Emmanuel Mounier (1905-1950) y su esposa Paulette eran padres de una niña gravemente deficiente, lo que les causaba una enorme tristeza que sobrellevaban gracias a su cristianismo ferviente. Escribía sobre ella a amigos ya Paulette, en unas cartas tan desgarradoras como conmovedoras. Así, el 11 de abril de 1941 escribió a su esposa: «Siento igual que tú un gran cansancio y a la vez una gran calma, siento que lo real, lo positivo, es la calma, el amor de nuestra pequeña hija que se transforma dulcemente en ofrenda […] en una ternura que la desborda, que sale de ella, vuelve a ella y nos transforma con ella […]. Solo nos queda ser lo más fuertes que podamos con la plegaria, el amor, el abandono y la voluntad de mantener la alegría profunda de corazón».
El ímpetu de la vida. Sobre la película Ordet de C. T. Dreyer (p. 189)
Luigi Giussani plantea tres preguntas importantes. A una de ellas, «¿Qué es Dios?», responde: «La vida, la vida del hombre». Lo que los hombres buscan es la vida y el deseo de vida es la esencia de las personas. Pero actualmente cuando la humanidad ha llegado al límite de su torpeza se ataca todo lo que parece que mengua la facilidad y la belleza de la vida; así se mata a los indefensos e indigentes y se abandona a los pobres para defender la economía occidental. En el argumento de Ordet está la exigencia de vida ante el abandono de los pobres. Y la vida es Cristo.
La tragedia del moralismo. Sobre la película Dies irae de C. T. Dreyer (p. 195)
El protagonista de Dies irae, del danés C. T. Dreyer (1889-1968), es un protestante bondadoso pero tradicional y huraño. De sus tres hijos, el menor desea casarse con la hija de un adversario religioso, pero éste no quiere que su hija se una al hijo de un pecador, de un hereje; la vida del joven se detiene. La esposa del hijo mayor, completamente ateo, intenta mediar, pero ella y su hijo mueren en el parto. El segundo hijo, Johannes, religioso acérrimo, piensa que si se cree no se muere y «despierta» a su cuñada. Cuando ésta pregunta sobre su hijo, el marido le responde que vive junto a Dios; con esta respuesta es feliz porque su marido ateo ha dicho «junto a Dios».
La concreción del sentido religioso. Comentario a la película Dios necesita hombres de J. Delannoy (p. 199)
La película Dios necesita hombres, del director no católico Jean Delannoy (1908-2008), expresa una inteligencia del genio católico difícil de encontrar porque es una versión del catolicismo tradicional de los pescadores de la isla en la que ocurre la acción. El mensaje de la película es el sentido religioso de la vida de cualquier hombre y se expresa en tres factores. El primero es el sentimiento religioso como percepción de una dependencia absoluta en cualquier situación; el segundo es la necesidad que tiene el sentimiento religioso de una expresión física; el tercer factor, finalmente, es que la intuición entre Dios y el hombre exige una estructura carnal.
A modo de conclusión, diré que se trata de una obra atemporal que puede dar a los cristianos perspectivas nuevas de las obras comentadas y a los no cristianos, un análisis también nuevo de las obras; puede enriquecer a unos y otros ofreciendo el conocimiento tan profundo que Luigi Giussani tiene de las obras y despertando la curiosidad por los autores y por sus otras obras. Además, puede leerse no como un conjunto sino como partes separadas en el orden que se desee de acuerdo con el interés que las obras suscitan en el lector. De las tres películas que el libro incluye, solo decir que son tres obras maestras y que si se vuelven a ver teniendo en cuenta la perspectiva de Luigi Giussani, se encontrarán aspectos que han podido pasar desapercibidos. El libro, además, permite imaginar la viveza de las conversaciones, la inteligencia y la originalidad con que Luigi Giussani abordaría las obras y el entusiasmo que despertaría entre sus oyentes.
María Elvira y Silleras
mariaelvira@ub.edu
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