Pyrhönen, Heta; Kantola, Janna (eds.). Reading today. London: UCL Press, 2018. X, 199 p. (Comparative literature and culture). Disponible también en línea. ISBN 978-1-78735-196-7.
La lectura concita desde hace unos años una especial atención desde el punto de vista de los estudios especializados debido a los cambios introducidos en los procesos de producción, difusión y transmisión de los escritos. Las modificaciones articuladas por las tecnologías de la información y la comunicación han cambiado la forma en que leemos, pero también el modo en que se percibe y se considera esta actividad.
En virtud de esto, son muchas las monografías que intentan responder a los interrogantes planteados por estos cambios. Es en este ámbito en el que se sitúa la obra coordinada por Heta Pyrhönen y Janna Kantola, dos profesoras de la Universidad de Helsinki que, desde la óptica de la literatura comparada, abordan, junto con un buen elenco de especialistas, la mayoría de la misma universidad, una diversidad de temas que responden más al título genérico de la obra, Reading today, que a los desafíos planteados por la irrupción de las nuevas tecnologías en los procesos de creación y recepción de los textos.
La obra se estructura en tres partes: la primera, denominada «Reading challenges», comprende cuatro capítulos; la segunda, «New strategies of reading», incluye dos capítulos; la tercera, «Reading affectively» integra cuatro capítulos, y la cuarta y última, «Reading in context», incluye un único capítulo.[1]
La denominación de las partes constituye un buen exponente de la naturaleza de la obra que tenemos entre las manos, una monografía coral, en la que el común denominador de la lectura sirve como mimbre para aglutinar un conjunto de estudios completamente heterogéneos. Es más, de los 11 capítulos con que cuenta el libro, solo dos responden realmente a la publicidad que figura junto al mismo en las diferentes plataformas, o a la entradilla que lo resume en la cuarta de cubierta en la que se advierte: «Las nuevas tecnologías están cambiando nuestros hábitos de lectura. Los ordenadores portátiles, los lectores electrónicos, las tabletas y otros dispositivos móviles brindan nuevas plataformas para la lectura, que debemos administrar desplazándonos, haciendo clic o tocándolos. Reading today coloca la lectura en los contextos literarios y culturales actuales para analizar cómo estos contextos desafían nuestras concepciones de quién lee, qué es la lectura, cómo leemos, dónde leemos y con qué fines, y luego responde a las preguntas que plantea este análisis…»
Esto no quiere decir que la obra carezca de interés, todo lo contrario. Pero responde a una temática un tanto dispersa y arbitraria que parece haberse articulado en función de las especialidades de investigación y los intereses de los participantes en la misma, antes que por una línea integradora y articulante.
En el capítulo introductorio («New perspectives on reading: an introduction») Heta Pyrhonen realiza una analogía con un texto clásico para explicar algunas de las paradojas de la lectura actual. Tomando como referencia una escena de una obra del siglo XIX, relata cómo varios hermanos, en el trance de aprender a leer, se sienten molestos porque sea una niña, hija del maestro y menor que ellos, quien les ilustre sobre ello. A partir de ahí establece un paralelismo con la situación actual, en la que las tecnologías de la información han introducido un cambio en las jerarquías canónicas del aprendizaje alterando las prevalencias de edad en este proceso, en el que los nativos digitales oficiarían como cicerones en el atrabiliario mundo de las nuevas formas de navegación. Esta reflexión, con la que podríamos estar de acuerdo, siempre que hubiera introducido la variable formativa, se complementa con otra serie de caracterizaciones más favorables a la discusión contemporánea sobre este fenómeno. En particular son especialmente interesantes las consideraciones que introduce sobre la importancia de la materialidad de los textos, en la medida en que, en los momentos actuales, la lectura no radica exclusivamente en la relación de contenido y forma, sino que se ha añadido una variable fundamental que tiene que ver con los elementos materiales en los que se sustancia esta. Cita la autora a Karin Littau,[2] para quien la lectura reúne dos cuerpos, «uno hecho de papel y tinta, el otro de carne y hueso». Se refiere esta última precisión al lector como elemento sustancial de la generación de significados e interpretación de los textos. Y es que esta consideración será la que realmente articule el conjunto de contribuciones que encontramos en esta obra. La propia de la estética de la recepción, con una larga tradición que parte de Wolfgang Iser, Hans Robert Jauss y Hans Georg Gadamer, según la cual es el lector y los procesos hermenéuticos que desarrolla ante unos textos que nunca son definitivos lo que caracteriza la actividad exegética vinculada con la lectura.
Cuando a lo largo de los capítulos de la obra se habla de los nuevos sistemas de distribución, como Amazon, de las adaptaciones cinematográficas de los clásicos y la alta ficción literaria, de los clubes de libros, de Internet, de los blogueros, que han usurpado gran parte de la autoridad que los críticos literarios y académicos solían tener como guardianes del valor literario y modos aceptables de lectura, se hace desde esta óptica que constituye el cañamazo de lo que Pyrhönen considera como los problemas claves de la lectura: quién lee, cómo leemos, qué leemos y dónde leemos, a lo que se debería agregar por qué leemos.
Pero ¿qué ocurre cuando se introduce alguna forma de disrupción de carácter experimental que rompe con la zona de confort del lector?
A esta cuestión se dedica el capítulo 1, «Reading experimental literature: unreadability, discomfort and reading strategies», realizado por Natalya Bekhta, en el que aborda un interesante problema, de carácter formal pero estrechamente relacionado con lo conceptual, el de la legibilidad, desde la perspectiva de cómo las distorsiones en la misma favorecen o producen movimientos de rechazo en el lector y, subsecuentemente, en la comprensión lectora. La literatura experimental, sostiene Bekhta, complica la lectura al no ajustarse a lo familiar, lo convencional y lo ya conocido, al desafiar los modos convencionales de narrativa. Al impedir la interpretación y la obtención de un sentido claro, los textos experimentales obligan a los lectores a desarrollar un esfuerzo adicional para sustanciar las razones de la ilegibilidad y poder superarla; en definitiva, a desarrollar nuevas estrategias de lectura. La identificación entre literatura experimental y dificultades de lectura no es nueva y ha dado lugar a encendidas polémicas y discusiones entre las diferentes corrientes críticas que recorren la historia literaria, hasta el punto de discriminar obras que responden a un criterio bajo de exigencia o, por el contrario, considerar como literarias solo aquellas obras que requieren un plus de esfuerzo añadido por parte del lector.[3]
La autora aplica el modelo de Enkvist[4] para la comprensión lectora, según el cual el compromiso del lector con los textos literarios se desarrolla a través de diferentes niveles de inteligibilidad, comprensión e interpretación, en el que el nivel más básico radicaría en el reconocimiento de las estructuras fonológicas, léxicas y sintácticas, pasando posteriormente a lo semántico y terminando en lo pragmático. En definitiva, según Enkvist «construimos alrededor de ese texto un escenario, un mundo textual, un conjunto de estados de cosas, en el que ese texto tiene sentido».
Natalya Bekhta concluye que los problemas de comprensión no son imputables a los problemas básicos de legibilidad, a la inteligibilidad del texto, sino a la ausencia de estrategias de narrativización del mismo, a la imposibilidad de vincular lo que se lee con un contexto de interpretación general, para lo cual se habrán de desarrollar estrategias de lectura adecuadas, con objeto de resolver las barreras iniciales que se levantan ante determinadas obras, aportando información contextual y complementaria. Si el lector acepta las dificultades como una estrategia textual, mantiene Bekhta, puede buscar formas de construir un escenario alrededor del texto que lo transforme en legible. La incomodidad de lo ilegible es, en general, insoportable, afirma, y de una forma u otra, los lectores encontrarán alguna estrategia para hacer que desaparezca, sostiene la autora. Es cierto que estas reacciones pueden producirse cuando existe cierto nivel de compromiso por parte del lector, auspiciado por factores de carácter académico, cultural o de prestigio, pero lo habitual es provocar la deserción y la renuncia cuando las dificultades sobrepasan a los recursos para resolverlas.
Precisamente el problema de la información contextual o de la compulsión por agotar ésta es el que se contempla en el siguiente capítulo dedicado a la novela enciclopédica, desarrollado por Vesa Kyllönen. En él se abordan los desafíos de la lectura desde el ángulo específico de la aspiración a la totalidad. Un incentivo importante para leer ficción es aprender cosas nuevas, acceder a mundos desconocidos, a épocas históricas ignoradas, a culturas remotas, etc. ¿Qué sucede cuando los novelistas abarrotan intencionadamente sus libros con información sobre prácticamente todo? ¿Qué pasa con la función del conocimiento y la asimilación en la lectura cuando existe demasiada información para que alguien la procese? Kyllönen investiga las funciones de tales excesos en las novelas enciclopédicas contemporáneas que revisten esta condición de totalidad. Con este género, los lectores se enfrentan al desafío de manejar lo que él denomina como un «sistema sobrecalentado», una ilusión de totalidad del conocimiento, que encierra la paradoja, o la contradicción implícita, entre esta pretensión omnicomprensiva y la realidad de una información que se va renovando continuamente. El autor incluye entre los escritores que han practicado este tipo de género a Herman Melville, James Joyce, y más recientemente Thomas Pynchon, Don DeLillo, William H. Gass, Umberto Eco, Richard Powers, David Foster Wallace o William T. Vollmann. Como caso sintomático de este tipo de obras toma, siguiendo a Mendelson,[5] la obra de Pynchon Gravity's rainbow, que obtuvo varios premios cuando salió en 1973, al igual que críticas desatadas. En España se tradujo como El arco iris de gravedad y su última edición fue publicada por Tusquets en 2015. Constaba de casi 1200 páginas.
El problema de este tipo de obras radica en la dicotomía libro-mundo que intenta resolver, sin que existan criterios claros sobre los equilibrios que han de respetarse. Si en épocas precedentes podrían tener sentido dadas las limitaciones de acceso a la información o la pasividad inherente al lector en la búsqueda de ésta, en la actualidad la tendencia es a su desaparición, en primer lugar, por razones puramente editoriales, en segundo lugar, por la tendencia general a la reducción textual que se verifica en todo tipo de publicaciones,[6] y en tercer lugar por la existencia de circuitos informativos más versátiles y adaptados que los integrados en estas obras.
Esta articulación de la lectura como una toma de decisiones que determinan el sentido final del texto dibuja un escenario en el que se van configurando especializaciones en la forma de comportarse respecto a las obras que prefiguran el significado de ésta. No es lo mismo la mirada de un científico, de un lector profesional, o de un lector literario cuando se enfrenta a una obra que ofrece distintos recorridos. En cierto modo estamos dominados por un pacto de confianza en la responsabilidad y entrega del autor, en la fidelidad del texto al que accedemos. Pero ¿qué ocurre cuando nos enfrentamos a un texto no lineal, rizomático, que admite lecturas no secuenciales? A esta cuestión intenta responder Laura Piippo, en el capítulo 3 de la obra: «The brain in our hands: the materiality ofreading Neuromaani». Neuromaani es una obra del autor finlandés Jaakko, Yli-Juonikas, realizada en el año 2012, con una estructura en red que imita el estilo académico de escritura con notas al pie, referencias y citas, instando al lector a buscar en esta trama para encontrar una metáfora clave o el significado oculto del texto. Sin embargo, estos esfuerzos a menudo están condenados al fracaso. Algunas de las referencias son correctas y precisas, conducen a otros textos, pero otras son ficticias, y no llevan a ninguna parte o lo hacen a un lugar completamente inesperado. Por ejemplo, las revistas y los artículos mencionados son a menudo una mezcla de realidad y ficción. Además, se trata de un texto no lineal, que no puede leerse de manera secuencial. Los lectores se ven obligados a tomar decisiones sobre sus recorridos de lectura, muchos de los cuales llevan a un callejón sin salida. La gran cantidad de material referenciado ya sea real o virtual, existente o puramente ficticio, afecta al lector, creando un fuerte sentimiento de incertidumbre e insuficiencia.
De una manera subrogada, la autora sugiere la imprevisibilidad de toda lectura contemporánea, la incertidumbre asociada a la misma en un contexto en el que el autor puede manipular la obra y tergiversar la unidireccionalidad de la lectura. Toda lectura, parece sugerir, es susceptible de varias interpretaciones y ópticas discursivas, según el libre discurrir del lector que es, en última instancia, el que le confiere un significado u otro a la misma.
Juha-Pekka Kilpiö, en el capítulo 4, «Explorative exposure: media in and of Mark Z. Danielewski’s House of leaves», desarrolla aún más esta percepción centrándose en lo que denomina como «kinekphrasis», una forma particular de intermedialidad que trata con representaciones verbales del cine y cualquier forma de imágenes en movimiento en la literatura. Al hablar de La casa de las hojas de Danielewski, Kilpiö sugiere que relacionemos lo que Espen Aarseth[7] denomina «textonomía», un examen de cómo funciona un libro, con la «textología», un estudio de cómo se discute sobre los diferentes medios en el discurso y cómo son asignados diferentes significados a estos medios. Kilpiö también utiliza las exploraciones de los personajes como pistas de lo que hacen los lectores de la novela al tratar de interpretar los comentarios y metatextos en capas.
Para comprender estas capas es preciso describir la estructura de la obra: House of leaves trata sobre un periodista fotográfico llamado Will Navidson y su familia, quienes descubren que su nueva casa abre un portal a un inmenso espacio subterráneo, laberíntico, que desafía las leyes de la física y que resulta imposible de representar. Navidson y sus compañeros exploran el espacio y graban sus recorridos en películas y vídeos. Este material se compila en un documental: The Navidson record. Por otra parte, este largometraje da lugar a una exégesis desarrollada por un especialista, Zampanò, que deja la obra inacabada. A su vez el material dejado por Zampanò es descubierto, transcrito y compilado en un libro por un tal Johnny Truant, un joven que trabaja en una tienda de tatuajes. Truant también proporciona un extenso comentario propio y revela, entre otras cosas, que Zampanò era ciego, un candidato poco probable para hacer estudios cinematográficos, y que The Navidson record es en sí mismo ficticio, la fantasía de Zampanò. Finalmente, existe una capa final, introducida por los «editores», una versión modificada del manuscrito de Truant. En definitiva, se trata de una lectura de una lectura de una lectura.
La casa de las hojas constituye un excelente ejemplo de las diferentes formas de mediación a que se presta el discurso, gracias a circuitos de retroalimentación disyuntivos, que confieren sentido a un texto cuando se contemplan en su integridad. En cierto modo esta visión de la lectura es la que denota el entorno digital, en el que la integración constituye sus señas de identidad.
Los textos electrónicos son tratados, en exclusividad, en los capítulos centrales de la obra, el 5 y el 6. Anna Weigel intenta responder en su contribución, «New reading strategies in the twenty-first century: transmedia storytelling via app in Marisha Pessl’s Night film», a las siguientes preguntas: ¿Cómo responde una obra a la influencia de los medios electrónicos? ¿Hasta qué punto la lectura de Night film como una novela impresa difiere de leer el texto en teléfonos inteligentes o tabletas? ¿Necesitan los lectores cambiar sus estrategias de lectura para este tipo de literatura transmedial e interactiva, que incluye música complementaria, entrevistas, fotos y películas a través de la aplicación? La obra analizada, Night film, consiste en un libro impreso y una aplicación web publicada en 2002, y un libro impreso junto con una aplicación para iPad publicada en 2014. Todos con el mismo contenido textual.
A estas preguntas que formula Weigel habría que añadir otras, como las relacionadas con el hecho de que todavía muchos lectores prefieran el formato impreso al digital, a pesar de las muchas ventajas objetivas que éste entraña, que la autora cifra, principalmente, y siguiendo a Pochoda,[8] en la información personal y social que transmiten los formatos impresos, irreemplazable en la actualidad por la ofrecida por los medios digitales.
Según Weigel, la narrativa transmedia requiere una ampliación del concepto de texto narrativo, ya que sus elementos auditivos e icónicos (en movimiento) interrumpen e incluso perturban la experiencia de lectura. Sin embargo, estos mismos elementos también profundizan nuestra comprensión del mundo de la historia y permiten una participación emocional mucho más acabada.
Matti Kangaskoski, en el capítulo 6, «New reading strategies in print and on digital platforms: Stephanie Strickland’s V», enfatiza las diferentes estrategias de lectura requeridas por los textos impresos y digitales. En este caso la práctica lectora se aplica a la poesía representada por la obra V.[9] La táctica de lectura convencional, siguiendo una secuencia lineal y preorganizada que puede aplicarse a la versión impresa de V no se puede replicar de manera óptima en su versión digital. Dado que en este entorno es posible un número exponencial de posibles combinaciones y trayectorias de lectura, éstas no pueden sino responder al camino único e individual de cada lector. En consecuencia, la lectura se convierte en una combinación lúdica de collages subjetivos y personales que posiblemente ningún otro lector puede reunir. Esta estrategia se está volviendo cada vez más familiar por lo que Collins[10] denomina cultura de listas de reproducción, que valora las elecciones de un lector individual como un medio de formación de identidad, así como expresiones del yo. El autor articula parte de su exposición teórica tomando de Lev Manovich[11] dos conceptos especialmente afortunados para comprender la lectura digital, que este autor a su vez incorpora de Ferdinand de Saussure: los de sintagma y paradigma. Saussure define las relaciones sintagmáticas como «aquellas que se refieren intratexualmente a otras palabras coexistentes dentro del texto» y a las relaciones paradigmáticas como «aquellas que se refieren intertextualmente a palabras ausentes del texto». Por su parte, para Manovich, la dimensión sintagmática representa una secuencia lineal, mientras que la paradigmática remite a un conjunto de elementos organizados de manera diferente relacionados con una palabra. El sintagma es, por lo tanto, explícito, y el paradigma es implícito. En el caso de V, los sonetos y tercetos lineales y numerados en las páginas del libro representan el sintagma, mientras que el mundo que invoca el poema, el horizonte completo de posibles interpretaciones, representa el paradigma. En la medida en que lo digital potencia lo paradigmático, tanto en la versión del iPad como en la página web, permitiendo la personalización de los contenidos, las formas de lectura se alejan cada vez más del entorno impreso.
Los capítulos 7, 8, 9, y 10 constituyen la parte III del libro y responden a estudios que van desde la apreciación de la lectura en Don Quijote y Madame Bovary (capítulo 7), a la percepción de las traducciones de los libros de Anne y Emily de Montgomery, por parte de los lectores finlandeses (capítulo 8) pasando por los efectos de la crítica literaria, y en particular de van Eckeren y su concepto de obras agradables en la sociedad finlandesa (capítulo 9) o el poder curativo de los libros (capítulo 10).
Quizá el más interesante sea este último, por las particularidades que plantea desde el punto de vista editorial y no tanto por el contenido de la obra, que analiza uno de los textos de referencia de la biblioterapia, corriente tan cuestionable desde el punto de vista estrictamente científico y tan rentable desde el comercial. Como proyecto editorial, una obra de esta naturaleza,[12] reviste un interés especial por cuanto las dolencias que se tratan y las obras para remediarlas están determinadas, en gran parte, por el contexto histórico y cultural de cada país, por lo que el proceso de traducción ha de complementarse con el de la adaptación a estas singularidades. Y así se hizo en las traducciones al holandés, italiano, alemán o al español, idioma en el que, bajo el título de Manual de remedios literarios, fue publicado por Siruela en el año 2017. En el caso de la obra española, la primera y única obra recomendada en nuestro idioma es El Quijote que figura bajo el epígrafe de «Aletargamiento» que, junto con El cielo protector de Paul Bowles, se aconseja como solución para este mal con estas curiosas palabras y argumentaciones:
«El tónico que recomendamos tiene dos partes y empieza con una inmersión en la clase de ambiente inerte que alimenta el aletargamiento […]. La segunda parte de nuestro remedio debe administrarse en cuanto pases la última página de la primera, ya que te sacudirá con la descarga eléctrica del contraste. El entrañable e inquieto Don Quijote, que se cree uno de los caballeros andantes de los libros de caballerías a los que está enganchado y que se queda leyendo toda la noche, es todo aquello que no son los personajes de El cielo protector. Se levanta temprano y, ataviado con la cota de su abuelo, sale en busca de aventuras: una dama en apuros a la que rescatar y amar, algún malandrín al que atravesar con una lanza. ¿Puede aparecer el aletargamiento en estas circunstancias? ¡A nosotras nos parece que no! Mientras que los americanos resentidos de Bowles reducen el misterio y la belleza del desierto a una serie de elementos extraños en los que no confían para que no pueda hacerles daño —con lo que le niegan la grandiosidad o las resonancias épicas que les permitirían dejar alguna huella de su paso por la vida—, Don Quijote convierte las sencillas posadas en castillos con chapiteles de plata y los molinos en ejércitos de gigantes. Y todo con un temperamento irreprimiblemente alegre y despreocupado, inmune a las advertencias de su leal escudero. Bébete este remedio salido de la pluma de Cervantes sin diluir, con esa actividad frenética que te deja sin aliento, con su caballeresco llamamiento a las armas, con su romance y su pasión. Para quienes se sientan pesados y lentos, es el tónico más electrizante que puede ofrecer la literatura dentro de los límites de la legalidad.»
El volumen concluye con un capítulo en el que se analiza el papel que juega el contexto en la recepción. Marjo Vallittu investiga el significado del contexto con la ayuda de adaptaciones cinematográficas de novelas. En concreto utiliza la película finlandesa Vodkaa, komisario Palmu (Vodka, Sr. Palmu, 1969) como caso de estudio. Esta película es la última de una serie de cuatro películas dirigidas por Matti Kassila (1960, 1961, 1962, 1969) basada en los personajes y el mundo ficticio creado por el escritor finlandés Mika Waltari. Vallittu construye un modelo de contexto, entendido como el núcleo superpuesto resultado de la combinación del texto adaptado y una serie de contextos extratextuales, que comprenden elementos como la intertextualidad, los marcos temporales, las intenciones del director y las expectativas de la audiencia. El problema que se plantea en esta contribución es ya clásico en los estudios literarios y se refiere a los lenguajes de la creación artística cuando se realizan transposiciones de obras a medios distintos. Vallittu sostiene que el director es parte de la audiencia y crea una nueva obra a partir de sus lecturas y conocimientos previos. Lo más significativo de la teoría de este autor es la consideración de que si la audiencia conoce el texto de origen, puede considerar la adaptación en términos de sus conexiones intertextuales con otros textos. El público puede «sobrescribir» una obra intertextualmente porque el reconocimiento de las conexiones con otras obras es parte de su identidad formal y hermenéutica. En cierto modo, viene a decir, la traslación de una obra a otro medio representa no sólo una transformación del original en un producto diferente, sino también una transformación de los espectadores en su condición de lectores, pues cambia también la percepción del original a la luz de la nueva versión, transpuesta, de éste.
Para concluir, estamos ante un volumen interesante por sus contribuciones sobre diversas formas de lectura y, sobre todo, por situar algunas de las obras más relevantes de la cultura finlandesa en el foco de interpretación filológica y tecnológica que caracteriza a la Literatura Comparada y a las Humanidades Digitales.
José Antonio Cordón García
Universidad de Salamanca
[1] Aunque la obra se pueda adquirir en formato físico y digital en diferentes plataformas comerciales, existe una versión en pdf, gratuita y descargable, disponible desde la página web de la editorial: http://discovery.ucl.ac.uk/10041155/1/Reading-Today.pdf
[2] Littau, Karin. Theories of reading: books, bodies, and bibliomania. Cambridge: Polity, 2006. Traducida al español por Manantial, en Buenos Aires, 2008.
[3] A propósito de esta disyuntiva es muy interesante la obra de Ben Marcus y Rubén Martín Giráldez, Por qué la literatura experimental amenaza con destruir la edición, a Jonathan Franzen y la vida tal y como la conocemos; con unos pinitos en pedantería, publicada por Jekill and Jill, en 2018.
[4] Enkvist, Nils Erik. «On the interpretability of texts in general and of literary texts in particular». En: Sell, Roger D. (ed.), Literary pragmatics (London: Routledge, 1991), p. 1-25.
[5] Mendelson, Edward. «Encyclopedic narrative: from Dante to Pynchon». Modern language notes, vol. 91, no. 6 (Dec. 1976), p. 1267-1275.
Mendelson, Edward. «Gravity’s encyclopedia». En: Levine, George; Leverenz, David. Mindful pleasures: essays on Thomas Pynchon. Boston: Little, Brown, 1976, p. 161-195.
[6] Cordón García, José Antonio. «Más vale quinta esencias que fárragos: adelgazamiento textual en el contexto de la economía de la atención y la edición digital». ThinkEPI, vol. 11 (2017), p. 159-166. Disponible en línea.
[7] Aarseth, Espen. Cybertext: perspectives on ergodic literature. Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1997.
[8] Pochoda, Phil. «Up 2.0: some theses on the future of academic publishing». Michigan quarterly review, vol. 48, no. 4 (fall 2009), p. 521-530. Número especial: Bookishness: the new fate of reading in the digital age.
[9] El sitio web de la autora es sumamente interesante para observar cómo se organiza la literatura digital. http://www.stephaniestrickland.com/
[10] Collins, Jim. Bring on the books for everybody: how literary culture became popular culture. Durham, NC: Duke University Press, 2010.
Collins, Jim. «The use values of narrativity in digital cultures». New literary history, vol. 44, no. 4 (autumn 2013), p. 639-660.
[11] Manovich, Lev. «Database as symbolic form». En: Vesna, Victoria (ed.). Database aesthetics: art in the age of information overflow. Minneapolis: University of Minnesota Press, 2007, p. 39-60.
[12] La obra que se analiza es The novel cure, from Abandonment to Zestlessness: 751 books to cure what ails you, de Susan Elderkin y Ella Berthoud, publicada en el año 2013, cuya traducción al italiano fue: Curarsi con i libri: rimedi letterari per ogni malanno, publicada, el mismo año que el original, por la editorial Sellerio en Palermo.
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