Nueno, Xavier. El arte del saber ligero: una breve historia del exceso de información. Posfacio, Philippe Roger. Madrid: Siruela, 2023. 247 p. (Biblioteca de ensayo. Serie mayor; 137). ISBN 978-84-19744-47-0. 19,95 €.
El título de la obra de Xavier Nueno podría llamar a engaño por la identificación que solemos hacer de «ligero» con «superficial». Muy al contrario, estamos ante una obra que profundiza en muchos de los fenómenos que afectan a la sociedad contemporánea y a las formas en las que se consume la información, con un anclaje muy acertado en todo tipo de experiencias pretéritas como vía para solventar algunos de estos problemas.
Xavier Nueno ha elaborado una obra singular, en la que el estudio de la tradición está firmemente entrecruzado con la modernidad, sustanciando una reflexión deslumbrante, llena de erudición e intuiciones, que arroja una luz nueva sobre los problemas derivados del exceso de información. Los capítulos de la obra no hacen justicia a su rico contenido:
- Cómo reducir una biblioteca
- Disjecta membra: hacia un régimen de conservación
- Lectores con tijeras: una arqueología del fichero
- Retórica para terroristas o las noches en blanco de la literatura
- El arte de la reducción ilustrado: apuntes sobre la biblioteca del futuro
- La biblioteca del amateur: un arte del olvido
- Posfacio: «La biblioteca de Pandora», por Philippe Roger
Sugieren un desarrollo original, pero la carencia de más epígrafes oculta la riqueza del mismo.
El capítulo 3, por ejemplo, expone los diversos modos en los que los lectores han abordado la copia de textos, o el recorte de los mismos en las bibliotecas, pero bajo una óptica ciertamente original:
De la profanación del libro nació el fichero, una forma de organización del saber en la que priman la visibilidad, la apertura, la accesibilidad y, sobre todo, la desjerarquización de los contenidos. Pero, contrariamente a lo que sostiene Benjamin, esta máquina de cortes no es el producto de la decadencia del libro, sino que surgió como consecuencia de las ediciones impresas. Fue durante los siglos XVI y XVII, bajo la influencia del discurso del exceso de libros, cuando los primeros cortes se efectuaron de forma más o menos sistemática sobre las páginas de los volúmenes en la biblioteca. (p. 73).
El capítulo 4, «Retórica para terroristas o las noches en blanco de la literatura», esconde una divertida y detallada reflexión sobre algunas de las patologías y desviaciones vinculadas con la lectura y la escritura, como la misología, la misografía, la biblioclastia, etc.
O el capítulo 6, en el que se traza una visión de un tipo de biblioteca y de propietario alejado de las prácticas profesionales al uso:
[…] las bibliotecas amateur –aquel tipo de colección que se define por no mantener una relación profesional o especializada con el saber–. El amateur es un sujeto incierto que tan pronto despierta el escepticismo de la clase que ejerce un monopolio sobre el saber –los doctores– como de aquellos que no experimentan el menor interés por la cultura. Errático y aventurero, su conocimiento está cargado de afectividad.
A diferencia de lo que ocurre en las universidades, las bibliotecas y las academias –espacios en los que el saber es normativo–, las comunidades amateur no participan del combate del saber (la eterna pugna verborum, la logomaquia), sino que se instalan en un espacio en el que cohabitan las distintas experiencias y los resultados. Ningún triunfalismo, ninguna pretensión de exhaustividad o infalibilidad en su campo, el amateur se aleja de la apatía ascética del sabio imperturbable para entregarse al placer de la lectura y de la conversación. El amateur es un sujeto contradictorio que, ajeno a la autoridad y al reconocimiento, se apropia libremente de los lenguajes –los corrompe– y hace resonar en sí mismo una multitud de discursos. (p. 178).
Los inconvenientes que entraña el exceso de información han sido puestos de manifiesto por una gran cantidad de investigadores, ensayistas y teóricos de los más diversos campos del saber, que han observado cómo, desde el siglo XVI, se ha producido un crecimiento exponencial de todos los parámetros vinculados con el conocimiento, y cómo este fenómeno ha provocado la paradójica consecuencia de una sociedad cada vez más desinformada. Dice Innerarity (2022, p. 86) que ha habido tres inquietudes fundamentales en relación con la cultura escrita: la pérdida, la corrupción y el exceso, y que la proliferación textual puede convertirse en un obstáculo para el conocimiento. Incluso, prosigue el filósofo, cuando se han arbitrado sistemas para articular una reducción sistemática o una reordenación orientativa del saber, acaba produciéndose cierta entropía cognitiva y, en todo caso, siempre queda demasiado. Sostiene Innerarity que los museos, archivos y bibliotecas son hoy lugares de una peculiar ecología cultural: su función es menos salvar la cultura de su destrucción cuanto más bien realizar una elección significativa a partir de la cantidad de basura cultural acumulada (Innerarity, 2022, p. 89). Si Gabriel Zaid renegaba de los «demasiados libros» (Zaid, 2012) o Lizardo (2020) del mal de escritura o grafopatía, que asolaba la sociedad contemporánea, se referían esencialmente a un mundo analógico, surgido de la imprenta, en el que la acumulación de escritos había derivado en su descontrol. Pero el problema del exceso, como subraya Nueno, va mucho más allá, pues la Biblioteca infinita se alimenta de todo tipo de textos, por un sinfín de contenidos auspiciados por una cultura de la actualidad que favorece la inmediatez y la superficialidad. Una cultura alimentada por las redes sociales y por todo tipo de medios de comunicación que inducen al consumo acelerado y descontextualizado de la información.
Frente al exceso, el saber ligero, pero una ligereza en el sentido en el que la contempla Cárdenas (2024), esto es, la lectura detenida que, como un soplo sobrenatural, hace levitar las cosas del arte. La ligereza, dice Cárdenas, se conquista en el placer por lo gratuito.
Frente al exceso, un saber más lento y profundo. Esta apelación del autor a una ralentización de los tempos de consumo, a una forma de intervención auspiciada por la mesura y la contención, es uno de los elementos esenciales en la argumentación de la obra. Durante la mayor parte de la historia, la humanidad ha vivido en un entorno de escasez informativa. De ahí la urgencia por recopilar cualquier tipo de dato y por ampliar el elenco de informaciones disponibles. El aumento de información era positivo por cuanto facilitaba la capacidad para interpretar la realidad de una manera más objetiva y equilibrada. El problema surge cuando esta se multiplica y se diversifica en detrimento de otro de los polos sustanciales de la ecuación, esto es, el relativo a la concentración y la atención. Cuando se produce superávit informativo, se desencadena una disminución paralela de la cantidad de atención que se puede prestar a su consumo. De tal manera que esta carestía atencional obliga a distribuir una capacidad finita, entre unos recursos casi infinitos. La solución para esta paradoja insoluble ha sido la introducción de otro elemento integrado en las prácticas informativas actuales, el de la velocidad, que ha impregnado todos los segmentos sociales como una variable vinculada a la modernidad y al progreso. La velocidad comporta un movimiento envolvente que determina la actividad informativa tanto en su producción como en su consumo. Si la renovación de la información disponible se puede medir en milisegundos, el consumo de la misma, a través de canales cada vez más diversificados y personalizados, se mueve en los mismos parámetros.
No es extraño que, en diversas instancias hayan surgido apelaciones al saber lento, meditado y profundo, que subvierta los efectos negativos de esa apisonadora informativa que inunda todos los escenarios de la vida contemporánea. Laurent Vidal publicó en Flammarion, en 2020, una obra muy interesante: Les hommes lents: résister à la modernité. En ella se traza una historia de los mecanismos de la aceleración actual, remontándose al siglo XV. En España la obra la ha sacado la editorial Errata Naturae en 2024, con el título de Los lentos.
Xavier Nueno estipula la existencia de una forma de actuar y conducirse que cuestiona la tradición erudita y académica. El autor toma como modelo a Montaigne, a su forma de acometer el conocimiento, y sostiene:
Podría decirse que, en un siglo en el que las exigencias de la formación humanística suponían el estudio extensivo de una biblioteca asfixiante, Montaigne definió una práctica mundana del conocimiento […] Al poner en valor un uso lúdico y despreocupado de la biblioteca, Montaigne intuye la posibilidad de una forma de conocimiento que se desmarque del uso que los doctores de su época dan a los libros. (p. 181).
Nueno reivindica la importancia de la memoria, en tanto que permite hilvanar las experiencias actuales con las pretéritas, encontrar un fundamento que permita la proyección hacia el futuro, practicar el pensamiento crítico. Y para ello, subraya el autor, es preciso contraponer la selección a la abundancia, distinguir lo importante de lo accesorio. La vida diaria esta llena de velocidad, pero también de ruido, de ahí la necesidad del silencio, que Nueno reclama como forma de cultivar ese saber ligero que se opone a la violencia simbólica de la sobreinformación. En 2022 la Universidad de Granada tradujo la obra de Maggie Berg y Barbara K. Seeber, de significativo título: The slow professor: desafiando la cultura de la rapidez en la academia. La obra iba acompañada de un manifiesto por las Slow Humanities (Berg; Seeber, 2022). En el ensayo se ponderaban las virtudes de otra forma de acometer las tareas académicas y de la necesidad de replantear un modelo en el que la aceleración había invadido todas las esferas de la enseñanza, relegando principios que durante siglos habían estado asociados a las humanidades, como los de la reflexión pausada, profunda y crítica.
La apelación de Nueno al aprendizaje como aventura bebe en la misma filosofía. La condición para su práctica ha de estar presidida por la curiosidad y el descubrimiento, pero este sólo es posible si se acomete de supuestos completamente diferentes a los que sustentan el consumo de información en la actualidad. Como señala Philippe Roger en el posfacio («La biblioteca de Pandora»), Nueno lanza una invitación a repensar la naturaleza del conocimiento y el aprendizaje en un mundo en constante transformación. No plantea tanto una ruptura con el pasado, sino una reinterpretación de este, de la tradición en el contexto de un entorno completamente digitalizado.
Referencias
Berg, Maggie; Seeber, Barbara K. (2022). The slow professor: desafiando la cultura de la rapidez en la academia. Presentación y trad., Beltrán Jiménez Villar. Granada: Ediciones Universidad de Granada. 173 p. ISBN 978-84-338-6979-1.
Cárdenas, Juan (2024). La ligereza. Barcelona: Periférica. 136 p. (Pequeños tratados; 18). ISBN 978-84-10171-14-5.
Innerarity, Daniel (2022). La sociedad del desconocimiento. Barcelona: Galaxia Gutenberg. 254 p. (Serie Ensayo). ISBN 978-84-18807-91-6.
Lizardo, Gonzalo (2020). El grafópata (o el mal de la escritura). Ciduad de México: Ediciones Era. 136 p. (Alacena bolsillo). ISBN 978-607-445-552-6.
Vidal, Laurent (2020). Les hommes lents: résister à la modernité. Paris: Flammarion. 302 p. ISBN 978-2-08-142782-2. (Traducción española de Teresa Lanero: Los lentos: la resistencia a la aceleración de nuestro mundo del siglo XV a la actualidad. Madrid: Errata Naturae, 2024).
Zaid, Gabriel (2012). Los demasiados libros. Barcelona: Debolsillo. 152 p. ISBN 978-84-9908-224-0.
Instituto de Estudios Medievales, Renacentistas y de Humanidades Digitales. Universidad de Salamanca
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