Ferrari, Gian Arturo. Il libro: vita e miracoli di un oggetto straordinario. [2. ed]. Torino: Bollati Boringhieri, 2023. 215 p. (Nuova cultura: introduzione; 342). ISBN 978-88-339-4264-3. 14 €.
Insisto: ¿A qué huelen los libros?[1] O, por mejor preguntar, ¿a qué huelen los libros que hablan de libros? Depende de algo tan poco científico, histórico o ensayístico como el estado de ánimo del editor. Entre la primera edición del libro que reseño hoy (2014) y la segunda (2023) le han pasado muchas cosas a la historia del libro, y una de las más importantes aparece en las cubiertas de las ediciones del libro que Gian Arturo Ferrari ha dedicado a estudiar «el don que permite que intercambiemos lo mejor que recibimos y lo mejor que tenemos»; esto es, a hablar de libros.
La edición de 2014 se titulaba Libro, la de 2023, Il libro. ¿Tanto revuelo por un artículo añadido a un sustantivo tan común? Pues sí, porque la ausencia de artículo me lleva a leer con detenimiento lo que dice pretender el editor con un título así. En los libros, hasta la solapa, todo es libro, y no es extraño que las cuartas de cubierta den cornadas. En Libro (2014), se nos ofrecía un «razonamiento filosófico sobre qué es un libro» que quería ser también una «reflexión sobre en qué se convertirá el libro». La respuesta a la reflexión de 2014 la tenemos en la cuarta de cubierta de la edición de Il libro (2023), porque ahora «no hay que ser pesimista con el futuro del libro; el libro es un gesto de optimismo, de confianza en la voluntad de los hombres por decirse, contarse, lo que se ha visto y descubierto». A eso me refiero, en diez años hemos pasado de creer que para vender libros era bueno presentarlo como «razonamiento filosófico» a pasear hoy el incensario del triunfo con olor a libro y a optimismo. Sucede que lo que decía Ferrari en el interior del libro en la primera edición es sustancialmente lo mismo que dice en la segunda. Es decir, el cambio de perspectiva es solo de apariencia o, si lo prefieren, de cómo hay que entrarle al lector que se acerca a una librería o a una pantalla y coge el libro por las solapas.
Sucede también que a) en diez años hemos visto que el libro impreso ha resistido el empuje del libro electrónico, que b) el Gutenberg Parenthesis que decía cerrar el ciclo del libro como transmisor de una cultura original, individual, autónoma, estable y canónica encerrada en unas tapas no es para tanto y que la cultura «líquida» que hay más allá del libro y se desparrama por los nuevos instrumentos y soportes de lectura (teléfonos sedicentes inteligentes, redes sociales, plataformas virtuales de intercambio de conocimiento) no ha conseguido arrinconar del todo el objeto «libro» y que c) si hace más de diez años España era una país en que «se cerraban dos librerías al día» en 2023 se han abierto más librerías de cuantas se han cerrado.
¿Ser optimistas con el futuro del libro? Allá cada cual. Pero ¿ser optimistas con el pasado y el presente del libro? Allá cada cual, también. Si los estudios de historia del libro se llenan de reflexiones personales, de la parte chachi del asunto, del «dulce tacto de los lomos de piel en bibliotecas remotas», del «pobres corderitos sacrificados para hacer hojas para biblias», del «pensaba yo en Descartes cuando…»; es decir, si hacemos de «il libro» un tótem que ha resistido a todo lo citado antes y lo despojamos de contenido objetivo, de «razonamiento» para llenarlo de optimismo de Instagram, de club de lectura vespertino y de mesas de superventas artificiales en las librerías y en las pantallas de los megastores, no hay más remedio que mostrarse optimista. Pero el optimismo es como el olor, algo poco razonable, algo que cambia según aditivos superficiales.
¿Por qué me parece reseñable el libro de Ferrari? Porque por mucho que nos lo quieran vender en 2023 con el optimismo del tótem chachi, no deja de ser por dentro un estudio serio y concienzudo de cuando el libro era un transmisor de cultura y lo que transmitía tenía que ver con el formato «libro»; o sea, el libro de Ferrari no es fundamentalmente optimista con el pasado del libro; o sea, el libro de Ferrari es un ensayo, un estudio de los puntos de krísis [κρίσις], no un recorrido sentimental por las experiencias de un lector o una lectora.
El mundo «libro» era en tiempos un algo tan complejo que hacía falta buscarle todas las aristas para saber cómo funcionaba; era algo tan complejo como hoy, por eso no conviene simplificarlo. Ferrari, gran manager del mundo editorial italiano, no ha olvidado que el formato, el tipo de letra, el soporte, los modos de procurarse originales o de tratar con quien da permisos o los quitan, que los tenderetes, ferias, riesgos en el transporte, los caprichos culturales de los mandamases, la censura, la piratería, la desfachatez del impresor, el patrimonio nacional obligatorio, la Ilustración y el «Deslustre» deberían impedir ver hoy «el libro» como un dios intachable al que reverenciar porque nos permite pasar la tarde. El lector y la lectora que quieran ver el porcentaje de libros pirateados en la Francia del siglo XVII, cómo afecta el tipo de letra a la idiosincrasia norteña, cuánta mentira hizo falta para considerar no «libro» lo que lo era, cómo cambia la cultura según la velocidad de las rotativas; en definitiva, quien quiera ver el libro no como un objeto catalográfico o fotografiable, lea el libro de Ferrari y comprobará que «il libro» significa pivote alrededor del que gira un determinado tipo de cultura, pero «libro» es el objeto que gira alrededor de la cultura y la espanta o acoge, que «libro» es algo muy serio y, como el buey, no necesita la mosca para arar.
Dos detalles finales, propagandísticos: en una cosa tenía razón la cuarta de cubierta de la edición de 2014: Ferrari pone en el sitio que se merecen algunos tópicos y hace que no todos podamos considerarnos bibliófilos; además, como dijo un reseñador anterior, gracias a «libro», hemos de desconfiar tanto de los apocalípticos… como de los optimistas a ultranza.
Carlos Clavería Laguarda es autor de Italo Calvino, una ardilla en Einaudi, publicado por la editorial Altamarea, 2023.
[1] La frase hace referencia a la última reseña del autor en este blog. (N. de la R.)
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