Fernández, Verónica. La librería de Michelle. Barcelona: Espasa Libros, 2017. 286 p. (Espasa narrativa). ISBN 978-84-670-5009-7. 19,90 € paper, 9,99 € llibre electrònic.
«Lo había hecho todo mal: no luchar por Águeda, enamorarme platónicamente de Michelle, querer ser de izquierdas por imitar a mi hermano […] ¿Cómo había podido vivir estos años de una manera tan estúpida, tan banal? Ni mi padre, ni Armando, ni Eugenia, ni los jesuitas me habían dejado crecer».
La librería de Michelle, novela escrita por Verónica Fernández, se puede encuadrar en los relatos dedicados a la iniciación al mundo adulto. De esta manera, nos encontramos con el verano que cambió la vida de su protagonista, Jaime Olalla, que se describe a sí mismo como un «niño de diecisiete años que se las daba de culto por haber leído cuatro cosas y por saber un poco de francés».
Jaime es el segundo hijo de un médico y de una mujer, prematuramente desaparecida y enamorada de la obra de Machado, que vuelve a la casa familiar para pasar el verano de 1977 antes de empezar sus estudios universitarios de medicina en Madrid. Entre las líneas del texto encontraremos tanto la historia de Jaime y de su familia, como detalles de los habitantes del pueblo soriano donde viven, Vinuesa. Todo ello se enmarca en un momento histórico, como es la llegada al poder de Adolfo Suárez, que se mueve entre la resistencia al cambio y la oleada de nuevos pensamientos y emociones que provoca la época de la transición y que también llegarán a Vinuesa ese verano. Aspectos como el papel de la Guardia Civil, el silencio en algunos ámbitos de la vida, las desapariciones de personas, los encarcelamientos, las protestas políticas, etc. se plasman en el texto. En este sentido, la obra peca al presentar un exceso de temas (primeros amores, amistades, relaciones familiares, política, librerías, traducciones de textos en francés, etc.) algunos de los cuales no se acaban de concretar o se esbozan de forma efímera.
En un mundo plagado de inmediatez, como es el actual, esta novela está llena de momentos lánguidos y de aspectos que desconectarán al adolescente del 2017 con el protagonista, como son los medios de comunicación: las llamadas de teléfono fijo y las cartas postales. Por otra parte, el lector puede verse descolocado con la doble voz del protagonista, ya que está entre el relato personal en primera persona de cada momento de ese verano y la presumible mirada atrás de un Jaime más maduro hacia sus vivencias adolescentes.
En cuanto al sector del libro, el título de la novela no se corresponde con que la librería sea la protagonista de la historia, ni tan siquiera Michelle, ya que la voz que se plasma es la de Jaime. En todo caso, sí que se desglosan algunos puntos sobre la librería: el inventario de las obras, el orden alfabético en que se colocan en las estanterías, la censura de la época con ciertos autores (Marx, Beauvoir, Sartre, etc.) y la falta de conocimientos de la población sobre idiomas extranjeros, donde, si existe alguno predominante, es el francés y no el inglés. Sobre la prescripción literaria, existe un detalle curioso cuando se explica la relación entre el protagonista y un niño de nueve años, Sergio, con el que llega a un trato para darle un cigarrillo por cada libro que se lea.
De todas formas, no es una novela para aquellas personas que deseen tener una idea sobre las librerías de esta época, ya que las características que le proporciona la autora a Jaime no lo permiten, sino más bien para aquellas personas que cumplieron 18 años durante 1977 y que quieran revivir sus primeros pasos en el mundo adulto.
María José Sola
Formadora de bibliotecarios
www.mariajosesola.com.es
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