Costas, Ledicia. Vampira de biblioteca. Il. Víctor Rivas. Vigo: Xerais, 2020. 150 p. (Merlín; 291). ISBN 978-84-9121-651-3. 12,50 € en paper, 5,99 € llibre electrònic.
Ledicia, un nombre una vida. Se nota que la autora de Vampira de biblioteca disfruta escribiendo en la simplicidad feliz de su relato. Su novela transporta a los afectos de la infancia, al abuelo, a los amigos para siempre. Además, sus personajes son divertidos y actuales. La autora domina la técnica narrativa del relato infantil y reta a los personajes con sus aventuras.
La protagonista es una niña vampira que se alimenta de tinta porque es intolerante a la sangre y vegana. Sus amigos son unos murciélagos que protegen los libros alimentándose de polillas. Todos viven escondidos en una biblioteca pública y salen de noche. La historia avanza de una manera altamente entretenida y ágil. Si los mejores relatos se escriben desde la humildad de la premisa, quizás esto es más cierto en la literatura infantil.
Ledicia cuida los detalles y vive desde dentro la historia. Su lectura me permite poner al adulto en mí en cuarentena y descubrirme disfrutando de una historia para niños de nueve años. Hacia la mitad introduce a los personajes de una familia en la que los nietos ya no hacen caso a su abuelo, un profesor jubilado de literatura. Descubrimos también que los padres están considerando meterlo en un asilo. Todos ellos se convertirán en aliados de los protagonistas para librar a la biblioteca de la plaga de polillas.
El vocabulario en gallego que maneja Ledicia es muy rico: falcatruada, porfiar, gorentoso… Y viene a cuento, nunca mejor dicho. Con él amplía la narración con esa riqueza expresiva del gallego. Y no como esas novelitas que nos obligaban a leer en la escuela en las que había mucho licenciado en filología pero poca inspiración artística. Cualquier niño se sentirá arropado por esta metahistoria que homenajea a los libros de miedo de la infancia. Además, indirectamente, aprenderán a expresarse mejor.
La verdad es que me pasé toda la novela esperando que entrase un chino y se comiese a uno de los murciélagos protagonistas. Esto pide una trilogía. Pero ya de tipo realismo social, con lucha de clases y liberación animal para que los lectores entren en la adolescencia como quien aluniza en un Mercadona. O en un Apple Store, ya que los niños son retratados como seres abducidos por las tablets y ajenos al afecto de su abuelo y al legado que les quiere transmitir a través de su biblioteca personal.
Federico Alejandro Rioboo Fondo
De la 7.ª promoción de la Escola de Llibreria
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