Víctor Juan. Librería Jover. Zaragoza: Los Libros del Gato Negro, 2022. 177 p. ISBN 978-84-124284-2-1. 16 €.
Librería Jover se instala en la ya larga saga de creaciones literarias que abordan la librería como espacio privilegiado para la generación de historias. Inexcusable referencia en este sentido es La librería, de Penelope Fitzgerald (publicada originalmente en 1978 por Gerald Duckworth),[1] i que relata cómo la fundación de una librería en una pequeña localidad del condado de Suffolk (Inglaterra) hacia mediados del siglo XX desencadena una oleada de reacciones encaminadas a acorralar a la librera y a coartar su posible ascendencia sobre la población. La reciente versión cinematográfica de la novela, dirigida por Isabel Coixet, de título homónimo, La librería (2017),[2] i supuso, como se recordará, un notable éxito de crítica y de público. Fiel a su estilo, Roald Dahl utilizaba en El librero (edición original: Playboy, 1987) la aureola institucional del establecimiento para urdir en la trastienda una entretenida trama de suspense.[3]. De otros títulos parece derivarse la idea de que las librerías pueden ser lugares propicios para encauzar o reorientar la propia vida; incluso, espacios favorables para el restablecimiento espiritual: así, en La librería de las nuevas oportunidades (Lumen, 2012), de Anjali Banerjee, o en La librería de los finales felices (Planeta, 2014), de Katarina Bivald.[4]
También Librería Jover se fundamenta a su modo en una concepción de la librería como espacio de redención y de búsqueda, como laboratorio de verdades. Víctor Juan ya había acudido a la figura del librero o a la librería como escenario de encuentro en novelas anteriores: Por escribir sus nombres (Las Tres Sorores, 2007), Marta (Pregunta Ediciones, 2020). En Librería Jover, un ejecutivo, Juan Jover, que vive cómodamente en Madrid, decide darle un vuelco a su vida. Abandona el trabajo, se separa de su mujer y regresa a su ciudad natal, Zaragoza, para reinventarse a sí mismo. Ya cumplidos los cincuenta años, no está dispuesto a que su tiempo discurra entre la medianía y el aburrimiento. Decide entonces instalar una librería en el centro de la ciudad, a pesar de las advertencias de sus amistades: «Juan, tú no quieres una librería. Tú quieres una biblioteca, un club de lectura que tenga, además, un único socio… tú». Pero el establecimiento funciona, debido, cabe pensar, al talante del librero, a su nueva relación con el mundo, que adquiere pleno esplendor en el entorno elegido: la librería. «En la librería los libros callaban y, al mismo tiempo, gritaban la verdad, una verdad distinta para cada uno de los que querían oírla».
El librero atiende, claro está, a las tareas propias de su nuevo oficio: selecciona un fondo de títulos pertinente, surte de novedades mesas y estanterías, organiza presentaciones, escucha a los clientes. Pero al mismo tiempo, y sin casi pretenderlo, la librería se convierte en lugar de grandes confesiones. Diferentes personajes se ven impelidos a dar rienda suelta a sus dramas íntimos, a relatar sus aspiraciones más recónditas; se trata de gente de muy diversa índole que acude a la Librería Jover atraída por el respeto algo atávico a los libros que transmite espontáneamente el propio librero. «Me gusta la soledad entre los libros −le dice Juan Jover a uno de los personajes−. El tiempo lento, el tiempo detenido, el tiempo para perder el tiempo es un regalo que disfruto enormemente… Abrir cada día la puerta de la librería como se inaugura cada día la vida».
Hay clientes de la Librería Jover que cargan a sus espaldas auténticos dramas, enfermedades terminales, la muerte de los seres más queridos…; otros transpiran la ilusión de nuevos proyectos; los hay que se atreven a voltear su vida sin atender a los riesgos; no faltan quienes trasladan sin quererlo un halo de regocijo y plenitud… Por la Librería Jover pasa, en definitiva, la vida con sus grandezas e infortunios. También llega el amor. El librero y una mujer que frecuenta el establecimiento, a la que llaman significativamente Ángel, se enamoran como verdaderos adolescentes; reconquistan una felicidad que consideraban ya inexistente. Pero claro está que el autor, Víctor Juan, profesor universitario, ensayista y novelista, no ignora la complejidad de las relaciones humanas y sabe que incluso en los escenarios más propicios, en un espacio de tintes sagrados como una librería se cuelan las adversidades, las desdichas, los desencuentros. Con todo, Juan Jover, el protagonista de la novela, logra en buena medida su propósito: vivir otra existencia, diseñar coordenadas diferentes a las establecidas entre las que apurar sus días, recuperarse en lo posible a sí mismo. No cabe esperar, pues, paraísos terrenales, pero sí lugares afines donde incluso el lado sórdido de la vida puede ser mirado con otros ojos.
José Domingo Dueñas Lorente
Universidad de Zaragoza
[1] Obra que fue reseñada en este blog. (N. de la R.)
[2] Película reseñada también en este blog. (N. de la R.)
[3] Vean la reseña de esta obra en este blog. (N. de la R.)
[4] La versión en catalán de esta obra fue reseñada en este blog. (N. de la R.)
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