Siruela, Jacobo. Libros, secretos. 2.ª ed. Vilaür: Atalanta, 2016. 267 p. (Memoria mundi; 96). ISBN 978-84-945231-8-2. 21 €.
Jacobo Siruela (Madrid, 1954) es editor, escritor y diseñador gráfico. Cuando contaba veintiséis años, fundó la editorial Siruela, y en el año 2005 se desvinculó de la misma para, a su vez, fundar una nueva editorial, llamada Atalanta, junto con la editora, escritora y fotógrafa Inka Martí.
Mención especial merece Atalanta, una editorial que prima la excelencia en el formato papel y el cuidado rigor de sus contenidos, bajo tres colecciones consagradas a la brevedad (Ars brevis), la memoria (Memoria mundi) y la imaginación (Imaginatio vera). El libro que nos ocupa pertenece a la colección de Memoria mundi.
Libros, secretos, es el segundo ensayo que el autor publica en Atalanta. Anteriormente había escrito El mundo bajo los párpados, que ya ha alcanzado su tercera edición.
Estamos ante un libro muy bien escrito, claro y diáfano, y al mismo tiempo profundo y erudito. Hallamos en su interior valiosísimas ilustraciones, analizadas también por el autor, de cada uno de los libros tratados, que le añaden a su contenido una indispensable complementariedad. Por otro lado, al final de la edición, se detalla una excelente y amplia bibliografía de cada uno de los capítulos considerados.
El objetivo de esta obra no es otro que analizar una serie de textos que «tienen secreto», ya fuera porque con el paso del tiempo haya caído sobre ellos cierta opacidad u oscuridad, o porque simplemente pertenezcan a un complejo mundo simbólico o lingüístico que debe ser descodificado y descifrado. Pero a medida que avanzamos en su lectura, vamos percibiendo paulatinamente la sensación de cómo la razón empírica va diluyéndose a favor de la imaginación, del mundo de la ensoñación, que los textos descritos van dejando poco a poco en nosotros. En mi modesta opinión, ese es el mayor logro de este libro, el cual no es poca cosa.
El libro se inicia con «El manuscrito Voynich», nombre que pertenece al revolucionario polaco Wilfrid Voynich (1865-1930), el cual, tras una azarosa existencia, desempeñó el oficio de librero anticuario en Londres y en 1912 compró a los jesuitas este extraño códice, cuya autoría se atribuye a un científico inglés del siglo XIII llamado Roger Bacon.
El manuscrito Voynich representa, según algunas hipótesis, todo un sistema criptográfico basado en la Cábala y contiene en su interior herbarios iluminados, tratados astrológicos, lecciones biológicas, estudios farmacéuticos, así como recetas medicinales y alquímicas.
El siguiente libro analizado es el llamado Mutus liber o «Libro mudo», que data de 1677, el cual carece de texto e incluye quince enigmáticas imágenes jeroglíficas. Se trata de un impresionante tratado de la alquimia barroca europea.
El tercer libro tratado es el Finnegans Wake de James Joyce. En opinión de Jacobo Siruela, Joyce quiso describir el mundo inconsciente, reconstruyendo el estado cambiante de la mente nocturna mientras sueña. Para tal fin, el escritor irlandés echó mano de nada más y nada menos que cuarenta lenguas distintas, creando una intrincada mezcla de unidades léxicas. Semejante proyecto se llevó a cabo tras 17 años de trabajo por parte del escritor.
El cuarto libro es el que recibe el nombre de L'architecture naturelle, de autor incierto, escrito originalmente en latín y traducido más tarde al francés. Dicho libro nos muestra cómo construir templos y estancias con materiales naturales «según las leyes secretas de la naturaleza».
El quinto libro es el Thought forms («Formas de pensamiento») publicado en 1905 por la sociedad teosófica de Nueva York. Tal texto construye la hipótesis teórica visual sobre las formas y coloraciones que adquieren los pensamientos, sentimientos y emociones; todo ello bajo el plano psíquico del ser humano.
El sexto libro analizado nos lleva a un insólito personaje: la artista surrealista francesa Valentine Penrose. Penrose, en 1962, realizó una profunda indagación sobre la dimensión femenina con la escritura de su obra La comtesse sanglante («La condesa sangrienta»), un estudio histórico-narrativo sobre Erzsébet Báthory, una aristócrata asesina y sádica del siglo XVI, nacida en Eslovaquia.
El séptimo capítulo, magistral en mi modesta opinión, está dedicado por entero al vampiro, como mito moderno. Se analiza el origen remoto del mito (muertos vivientes que seducen sexualmente y cuyo objetivo último es nutrirse de sangre) y su evolución hasta convertirse, según el vampirólogo Montague Summers, en «un andrógino del mundo espectral». Llegado a este punto, el mito vampírico «pertenece a un estado intermedio entre la vida y la muerte: está muerto, pero todavía conserva su vitalidad gracias a la energía que le proporciona la sangre de los vivos». El origen literario del mito debe buscarse en las epidemias y el recuerdo atávico de las pestes medievales. Aparece la figura del «Reviniente» («Revenant») al que se le da el nombre de Upiros o Vampiros (Sanguijuelas). El vampiro simboliza la llegada de la peste y a él se achaca su origen. En este punto, los escritores románticos del siglo XIX hallaron en el mito vampírico una fuente de inspiración. Surge entonces la «novela gótica» que nos muestra el horror como fuente de deleite y la estética de «la belleza turbia». Será Polidori con The Vampyre: a tale quien cree el prototipo de vampiro de la literatura inglesa, con el personaje de Lord Ruthven (inspirado en Lord Byron, a la sazón amigo de Polidori).
En este capítulo cabe hacer especial mención a la detallada bibliografía del libro sobre el tema vampírico –de especial interés para lectores y libreros interesados en él– que abarca a escritores, filósofos y poetas tan importantes como Baudelaire, Lord Byron, Shelley, Voltaire o Allan Poe.
En el capítulo siguiente, el autor aborda la epopeya de Gilgamesh, la cual constituye el primer mito conocido de la cultura escrita, o lo que es lo mismo, el primer mito fundacional de la cultura humana. Sin lugar a dudas éste es uno de los capítulos más bellos de este ensayo, para quien esto escribe. Jacobo Siruela despliega aquí un gran talento narrativo y lo que fuera inicialmente un ensayo, deviene fábula, excelentemente narrada.
El tramo final del libro expone el pensamiento de la filosofía mística oriental, en el ámbito de la relación entre la realidad y el sueño. Aparece la antigua sabiduría de la India de los Upanishad –que con 2.700 años de antigüedad ya planteó la distinción de los distintos estados de conciencia–. De ahí llegamos a las enseñanzas del místico sufí Ibn Arabi (1165-1240) para quien lo verdadero de la existencia es que «el mundo es ilusión y carece de realidad». Adquiere protagonismo también el filósofo taoísta del siglo IV a.C. Zhuang Zhou (o Zhuangzi) cuya contribución, en un plano ontológico, se afirma en que «no se puede establecer una diferencia sustancial entre sueño y realidad».
Toda esta densa e impresionante mística oriental, que exploró la sustancia de los sueños, parece haber sido recogida en Occidente, a principios del siglo XVIII, por George Berkeley (obispo de Cloyne, 1685-1753). Para Berkeley «la percepción que el ser humano tiene del mundo es una experiencia puramente mental».
El capítulo final del libro está dedicado a la obra del fotógrafo japonés Masao Yamamoto, quien aborda la experiencia fotográfica como la búsqueda del desgaste temporal. Cada una de sus fotografías es sometida a un paciente y delicado trabajo de taller con el fin de que éstas acaben siendo un objeto único, transmitiendo con ello la poesía de la vida natural. Yamamoto afirma ser «un mensajero de la naturaleza».
Como colofón a esta reseña citaré una reflexión del propio autor, Jacobo Siruela, contenida en la parte central de Libros, secretos, que bien podría ser una buena definición del palpitar de este luminoso libro:
«El ser humano siempre vive a través de los mitos, porque el sentido del mundo proviene mucho más de lo imaginado que de lo pensado».
Eduard Felip
De la 5a promoció de l'Escola de Llibreria
Codex Seraphinianus
Gràcies Eduard Felip per aquesta ressenya. A la llista dels llibres secrets potser li podem
afegir el Codex Seraphinianus
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