Mora, Vicente Luis. La escritura a la intemperie: metamorfosis de la experiencia literaria y la lectura en la cultura digital. León: Universidad de León, 2021. 270 p. (InterLecturas; 1). ISBN 978-84-18490-13-2. 12 €.
«Lo mejor que podemos hacer con la literatura en nuestros días es ensanchar su concepto por debajo y estrecharlo por arriba; su pervivencia necesita que la base de su pirámide imaginaria se componga de millones de personas empeñadas en el intento, y luego la calidad y valor de las aportaciones irá subiendo y reduciéndose a la vez [...] hasta los cénit o cúlmenes que coronarán la pirámide literaria.» (p. 11).
El comienzo del ensayo de Vicente Luis Mora constituye una declaración de intenciones en toda regla por cuanto, en breves palabras, postula un programa de actuaciones y una filosofía del hecho literario que, con más detalle, desarrollará a lo largo de la obra. Esa concepción subyacente manifestada en estas primeras líneas, de la literatura como hecho compartido y social, encaja con su producción precedente y anticipa la articulación teórica que imbrica la creación en el ámbito digital.
El concepto de Escritura a la intemperie, que da título a la obra, fue acuñado por el autor, según confiesa él mismo en el primer capítulo, en enero de 2015. Después ha vuelto sobre él en numerosas ocasiones para caracterizar «un conjunto abierto de prácticas –tanto creativas como editoriales y críticas–, algunas de ellas existentes antes de la red –pero potenciadas por esta–, que cuestionan modelos tradicionales, tanto de escritura como de presencia en el campo literario» (p. 15-16).
Mora plantea los objetivos de su trabajo en la detección de esas nuevas formas de escritura fuera del marco convencional y la generación del mapa de los lugares donde se producen esas prácticas, no exentas de resistencia, como señala el autor.
El objetivo final del libro sería, en palabras de Mora, realizar una fenomenografía de la escritura digital contemporánea, literaria o no. Un objetivo ciertamente ambicioso y plausible a la luz de la trayectoria ensayística y literaria del autor que, en diversas contribuciones, ha ido articulando un andamiaje teórico consistente, y conducente a muchos de los desarrollos que plantea, con mayor extensión y fundamentación teórica, que se hacen a lo largo del texto.
El concepto de Escritura a la intemperie es una feliz conceptualización de prácticas y fenómenos muy diversificados, que afectan a toda la cadena del libro digital, desde la autoría a la recepción, cuyo denominador común es el de moverse en un entorno alejado de los circuitos convencionales, pergeñando un conjunto de actuaciones heterodoxas y experimentales que juegan con nuevas convenciones y herramientas, para crear un universo creativo innovador y alejado del entorno impreso. Es decir que el autor ha intentado, y conseguido, agrupar todos, o casi todos, los comportamientos privativos del entorno virtual en la esfera de la escritura en general y de la escritura literaria en particular.
La hipótesis que maneja a lo largo de la obra es el nacimiento, desde hace años, coincidiendo con el desarrollo de Internet y las redes sociales, de unas nuevas formas de autoría y de representación discursiva que, fundadas en las posibilidades de un entorno en continua transformación, se van desarrollando al ritmo de este, participando de su naturaleza innovadora y cambiante, también efímera y sin la pretensión de permanencia, en el caso de la obra, o de negación de la posteridad en el caso de los autores.
En virtud de ello contrapone las figuras de lo que denomina como «autor grave», que identifica con la tradición de la modernidad y, en algunos casos, precedente a esta, caracterizado por su consideración de la escritura como sufrimiento, como esfuerzo denodado, por la búsqueda del reconocimiento y la legitimación canónica de su escritura, con la del «escritor a la intemperie», más abierto en sus concepciones autoriales, cuya finalidad no es tanto la de la permanencia como la de la visibilidad y la difusión e intercambio de sus escritos.
El escritor a la intemperie, además, maneja códigos y competencias más complejos que los del autor convencional, en la medida en la que la existencia de toda una serie de mediaciones tecnológicas subyacentes al circuito de comunicación digital, le obligan a conocer los fundamentos técnicos de los medios instrumentales, de la distribución y la difusión de la obra, lo que comporta una serie de conocimientos de hardware y de software que son imprescindibles para una adecuada contextualización de las nuevas formas de creación.
La escritura a la intemperie discurre al margen del canon y no tiene aspiración ni posibilidades de integrarse en el mismo pues la integran tantas prácticas heterodoxas, o en los márgenes, que no tienen cabida en una centralidad que es preferentemente impresa y convencional. El libro deja de constituir el fin último de la autoría, que se ramifica en creaciones de muy diversa naturaleza que constituyen la representación de una creatividad diversificada y múltiple.
Esta idea es sumamente interesante, pues postula la existencia de una generación de autores que no concentra sus aspiraciones en la inserción en el circuito editorial, en el cultivo de la creencia, por emplear la terminología de Pierre Bourdieu, sino en la difusión y recepción de sus escritos. Una postura iconoclasta deudora de un sistema fuertemente selectivo en el que, a pesar de los demasiados libros, con que Gabriel Zaid caracterizó uno de los patrones más significativos de las industrias culturales, estos siguen ejerciendo un poderoso poder de atracción en el contexto creativo actual. Mora define con precisión los términos de la ecuación en la que se debaten los nuevos autores, singularizando una actitud que no persigue ambiciones verticales, la duración, sino horizontales, el alcance. El éxito no radica tanto en la sanción académica o crítica, sino en la viralidad, en la obtención de un nivel de receptores cada vez más amplio, de los que se espera, además, su participación en la difusión de los escritos a través de intervenciones para su conocimiento y promoción. Intervenciones que tejen una extensa trama de escritos que, por su naturaleza creciente y expansiva, están sujetos, o pueden estarlo, a continuas modificaciones. Cambios que revisten un carácter estructural y que permiten hablar de una escritura inacabada, o sin la pretensión de serlo, en abierto contraste con el libro convencional, en el que el hermetismo del discurso editorial fundamenta su cierre comunicativo. Esto es cierto, sobre todo para los textos impresos, pues los electrónicos, como el autor pone de manifiesto con algunos ejemplos en el ámbito académico, no solo permiten otro tipo de variables, sino que las promueven a través de experiencias derivadas de la lectura social y de las aplicaciones que se le asocian, cada vez más frecuentes tanto desde el punto de vista de la creación, como desde el de la recepción.
De cualquier modo, esta pretensión de alcance se concita de manera cuantitativa, cifrando el autor otra de las características de esta escritura en el hecho de que sea de los millones, un contingente extenso de participantes que, en cierto modo, rompen con los esquemas propios del campo literario, en el sentido tradicional del término, en la medida en que este se erige sobre la noción de filtrado a través de todo un andamiaje estructural cuya finalidad es la articulación de un catálogo reducido y selecto.
«Híbridas, desacomplejadas, transversales y alérgicas a la protección de cualquier techo institucional, las escrituras a la intemperie proliferan sin más ley que la de la multiplicación geométrica» (p. 88), afirma el autor, que ejemplifica este supuesto con la proliferación de las escrituras de fans, las fanfictions, practicadas por los cientos de miles de seguidores de autores y obras que las continúan en sus tramas o en sus personajes operando con todo tipo de combinaciones y mixturas, en cierto modo como vislumbró Ewan Morrison (2013) que sería el universo de la creación en un futuro año 2043, en el que los autores habrían desaparecido en beneficio de franquicias alimentadas por sus cientos de miles de seguidores, menos preocupados por las obras que por los textos.
En este contexto, la autoría única, además, deja de constituir el eje en torno al que se articula la creación para dar paso a otras figuras en las que, en palabras de Mora, se produce la dilución autorial, con formas de autoría múltiple o colectiva facilitada sin duda por unos medios digitales proclives a desarrollos programáticos en esa línea.
Estas nuevas formas creativas se sitúan al margen del sistema editorial convencional, como se ha apuntado anteriormente, y constituyen un hiperobjeto, en el sentido, señala Mora, de que su magnitud lo convierte en inaprehensible en su totalidad, conformado por miríadas de contribuciones que aumentan exponencialmente a medida que la red y sus usuarios se va extendiendo. No es un fenómeno extraño al entorno editorial convencional, pues desde hace muchos años el propio desarrollo de la industria se había convertido en inmanejable para los propios editores, convirtiendo el lanzamiento de títulos en una vorágine incontrolada de novedades, imposible de asimilar por el sistema, y por lo tanto dotada de altas dosis de invisibilidad para la mayoría de los títulos que, por la naturaleza centrípeta del proceso, quedaban en sus márgenes. El problema por lo tanto no es de naturaleza sino de escala. La producción digital y la multiplicación de espacios de publicación, que no de edición, ha posibilitado que cualquier persona con un mínimo de habilidades técnicas pueda arrojar su botella al universo de la red, con la presunción de que alguien la encontrará y, probablemente la replicará, la contestará o la comentará. Se trata, como defiende Mora, de un fenómeno completamente nuevo, pues las decisiones creativas afectan no solo a la generación de contenidos sino también a la forma en que estos aparecen, algo reservado hasta ahora al criterio de los autores, diseñadores o directores de colección. La autopublicación, los blogs, las múltiples derivaciones de las redes sociales han multiplicado los horizontes de expectativas para autores cuyas posibilidades de transmisión creativa eran ínfimas o nulas en un contexto convencional.
El autor analiza diversas formas de escritura a la intemperie detallando sus características, como los blogs, las twitnovelas, etc., articulando un conjunto de patrones que servirán de referencia para los estudiosos actuales y futuros de la materia. No es un tema nuevo, pues ha sido tratado anteriormente por la literatura científica (Cuquerella, 2018), pero sí lo es su contextualización en el seno de la literatura a la intemperie.
Muy interesantes son los ejemplos que aporta sobre la práctica de alguna de las variantes de escritura a la intemperie por parte de autores más o menos convencionales, como Cristina Rivera Garza, Jorge Volpi y otros, por cuanto ilustra bien la permeabilidad del sistema literario, sobre todo en sus mecanismos de apropiación de todo aquello que lo provea de herramientas nuevas, con el fin de ampliar el elenco de experiencias y motivaciones para practicar en los espacios creativos. Además, constituye una evidencia de la inevitable integración de la heterodoxia en canales primeramente marginales pero progresivamente próximos al epicentro editorial. De hecho, una gran parte de los canales por los que discurre la literatura a la intemperie se han integrado de manera natural en el propio decurso editorial, bien promovido por las empresas, como una forma de difusión acorde con las nuevas audiencias, bien empleando los sitios sociales como caladeros para la captación de autores relevantes desde el punto de vista de las audiencias que los respaldan.
Vicente Luis Mora despliega en la obra no solo un profundo conocimiento de un conjunto de movimientos dispares y dispersos, sino una gran erudición y capacidad conceptual para categorizar iniciativas que habían sido objeto de una consideración insuficiente hasta ahora.
El ejemplo de la poesía como lugar de experimentación y ensayo permite observar un terreno de enlace entre la tradición y la modernidad, que ha posibilitado la condensación de una serie de postulados en realidades abiertas por las prestaciones tecnológicas. Los poetas de todos los tiempos han sido abanderados de la vanguardia y el ensayo, con fórmulas creativas rupturistas en las que la convención era objeto de tensiones formales y conceptuales generadoras de contenidos disruptivos. La experiencia digital ha permitido que estas hayan trascendido las funcionalidades limitadas del papel para aprovechar las prestaciones crecientes y en permanente renovación del entorno virtual. Incluso cuando se han trasladado obras canónicas como Blanco, de Octavio Paz, o La tierra baldía de T.S. Eliot, se ha hecho mediante la combinación de formatos y recursos cuyo resultado ha sido la construcción de corpus cognitivamente muy distantes de su referente impreso. Pero con ser interesantes las transposiciones y cambios inherentes a las migraciones intraformatos, lo distintivo e innovador son las nuevas formas creativas que Mora señala como elementos connaturales a los escritos en la intemperie en materia de poesía. Además, se trata de escrituras propiamente digitales, en la medida en que la imagen, el movimiento, el sonido o la exposición pública de las mismas mediante performances y recitales las diferencian y, sobre todo, las convierten en irreproducibles en un contexto analógico.
La última parte de la obra está dedicada a las posibilidades de la crítica en el nuevo entorno y a cómo se sustancia esta desde el punto de vista mantenido por el autor a lo largo de la obra. Está claro que la crítica convencional ha sufrido un desplazamiento considerable por parte de propuestas e iniciativas que cuestionan los sistemas de legitimación convencional cifrados en la crítica reglada practicada en medios especializados de una u otra naturaleza. Frente a esta, señala el autor que: «vemos que las construcciones en red surgidas en la conversación crítica, paracrítica o anticrítica generan un horizonte de significación hermenéutica muy superior a la que una voz única puede aportar» (p. 251). Efectivamente, las instancias de opinión sobre las obras y los juicios emitidos sobre las mismas remiten a tantas fuentes que su propia multiplicación se ha constituido como una forma de valoración distribuida, alejada del enfoque único. En este sentido, los blogs, como señala Mora, se han erigido en referentes imprescindibles para la conformación de una reflexión razonada y razonable sobre muchas de las obras publicadas. El autor señala los peligros y ventajas inherentes a estas formas de crítica, muchas veces alejadas del hecho literario, pero las pondera adecuadamente ubicándolas en el contexto de cambio acelerado de la cadena de valor que resitúa la prevalencia de los diferentes elementos de esta.
La proliferación de sistemas de recomendación practicados fundamentalmente en el marco de las redes sociales, completa este universo variopinto de las conversaciones en red propias de la práctica intemperial.
En toda la obra subyace un concepto y una actividad que se generalizó sobre todo a partir de la aparición de las redes sociales y de los desarrollos tecnológicos vinculados con ellas o con sus derivados, este es el de la escritura y lectura social. Un término acuñado por Bob Stein en 2010, que ha tenido importantes desarrollos con posterioridad (Cordón et al. 2013, 2019, Faggiolani y Vivarelli, 2019; Pianzola, 2020, 2021) y que contempla el conjunto de intervenciones desencadenadas en la red por los millones de usuarios que pivotan en torno a la creación de contenidos simbólicos de todo tipo, trascendiendo los mecanismos tradicionales de comunicación vertical y cerrada, característica del ámbito analógico, para generar una dinámica de redes, viral y expansiva, en la que la comunidad escritora y lectora interactúa articulando nuevos contenidos y resituando los precedentes. Se altera de esta manera el orden del discurso, utilizando una feliz expresión acuñada por Chartier, que se desprende de la autoridad única para encarnarse en un sujeto polivalente y multiforme. Bajo el amplio concepto de escritura y lectura social se integran todas aquellas actividades que, por utilizar la expresión de Escandell (2020), podíamos considerar como exocanónicas, pero también las conductas presididas por la pulsión reactiva que inocula la red en sus diferentes plataformas y herramientas, favoreciendo manifestaciones escriturales de diversa naturaleza que van desde la intervención episódica y cronodegradable a la construcción de un discurso más sólido, y con vocación de permanencia, aunque, como señala Mora, no de posteridad. La escritura en la red ha recorrido un largo camino que puede ejemplificarse en la siguiente tabla, en la que se podría incorporar una sexta columna referida la escritura intemperial.
Fuente: Cordón García (2019)
La escritura a la intemperie constituye una obra fundacional, continuadora de una línea de análisis de las escrituras en la red desarrollada por el propio autor y muchos otros que aparecen citados en la rica bibliografía que acompaña las reflexiones de Mora, que con seguridad representará un desafío y un acicate para todos aquellos que se quieran aproximar a este heteróclito universo, cuyas señas de identidad estriban en la provisionalidad y en la renovación continua. Así, no será extraño que el autor haya de dedicarse en unos años a revisar sus afirmaciones, para confirmar unas y desechar otras, a la luz de los nuevos desarrollos que sin duda irán surgiendo.
Finalmente, quisiera hacer algunos comentarios sobre la edición de la obra, en este caso no imputables al autor, sino a la Universidad de León que la publica en su colección «InterLecturas», precisamente inaugurada con el título de Vicente Luis Mora.
- En primer lugar, en el momento de redactar esta reseña, la nueva colección no aparece en la página web de la editorial, en el apartado de colecciones, por lo que es imposible encontrar la obra debidamente ubicada. La búsqueda por el catálogo no es posible, pues en la web aparece el pdf del catálogo de 2014… La única posibilidad de encontrarla es a través del epígrafe de novedades que, al carecer de sistema de búsqueda ‒no hay ninguno en la editorial‒ obliga a desplazarse por la página hasta dar con el libro, en decimosegundo lugar de la página, esto es invisible para el posible lector o comprador, que ha de pasar previamente por obras de Música, de Historia, de Química, etc. La obra de Vicente Luis Mora es realmente un libro a la intemperie dentro de la editorial.
- Igualmente hubiera sido interesante que la obra hubiera estado disponible en formato digital, pues si la pretensión de esta es la de promover la escritura de los millones, nada mejor que emplear también formatos que propicien la difusión entre estos.
- Entrando en lo propiamente editorial:
- El sumario de la obra remite únicamente a las páginas de comienzo de los capítulos, pero no a las de los diferentes apartados que, por ser numerosos, no se pueden localizar con facilidad, dificultando la tarea del investigador que pretende consultar un epígrafe concreto de la obra.
- La distribución de los epígrafes en el lugar en donde caigan de la página, según el texto corrido, produce anomalías como la que aparece en la página 179. Al final de la misma figura el epígrafe: «La polémica cuestión de si puede haber literatura Facebook o literatura Twitter: redes sociales como forma de creación». Pero se trata de un epígrafe vacío, sin texto que lo acompañe, el único en el libro, continuado por otro epígrafe «Escrituras a la intemperie vs. literatura a la intemperie», este sí, con su texto correspondiente.
- El aparato crítico del libro se hace con el sistema de cita a pie de página, con tal abundancia de menciones en algunas de las páginas que dificulta la lectura del texto principal. Para este tipo de obras es más aconsejable el sistema de autor-año, pues agiliza la lectura y dota de continuidad y ritmo a la misma. Por otra parte, el sistema de cita a pie de página empleado, al utilizar la notación de op. cit. para aquellas obras ya mencionadas en algún apartado anterior, y no contar con una bibliografía final, hace imposible localizar el título mencionado sin una considerable pérdida de tiempo pasando páginas. Como en la web de la editorial no aparecen normas para los autores se desconoce si esto es o será norma para toda la colección, lo que dificultaría la consulta y lectura de la misma.
- Falta, como se ha mencionado, una bibliografía final ordenada alfabéticamente que permita localizar cualquiera de las obras citadas en las más de 600 notas del texto.
Los aspectos mencionados revisten un carácter formal que mejorará, seguro, en próximos títulos de la colección, y no quitan ningún mérito a una obra muy interesante en sus propuestas teóricas y metodológicas que constituirá un importante referente en los estudios de literatura digital.
El reciente ganador del Premio Internacional de Novela Ciudad de Barbastro 2021, Jorge Carrión, en la obra premiada, Membrana, realiza una ficción especulativa en la que una inteligencia artificial (IA) narra la trama desde el año 2100. No es una IA cualquiera, sino la que ha creado el Museo del Siglo XXI integrado por todo tipo de objetos, y cuyo catálogo constituye el contenido del texto. En uno de los pasajes se comenta, a propósito de los libros incluidos en el museo:
A estas alturas de la trama suponemos que no es necesario explicar, explicarte, que esos dos libros y ese documental son solamente muestras, ejemplos de los millones de textos alfanuméricos que tras tejer la membrana siguieron cosiendo la compacta telaraña del adiós. No es necesario, suponemos, y sin embargo, que ruede la rueda, la maquinaria no puede ni debe ni quiere detenerse, no conoce el descanso, así es. (Jorge Carrión. Membrana. Galaxia Gutemberg, 2021).
¿Serán escritos a la intemperie?
Referencias
Cordón García, José Antonio (2019). «La lectura académica en el entorno impreso y digital: contexto, disrupciones y canon». En: Ramírez Leyva, Elsa M. (coord.). De la lectura académica a la lectura estética. México: UNAM, p. 17-35. También disponible en línea.
Cordón García, José Antonio; Alonso Arévalo, Julio; Gómez Díaz, Raquel (2013). Social reading: platforms, applications, clouds and tags. Oxford: Chandos Publishing. 289 p. (Chandos social media series). ISBN 978-1-84334-726-2.
Cordón García, José Antonio; Gómez Díaz, Raquel (coords.) (2019). Lectura, sociedad y redes: colaboración, visibilidad y recomendación en el ecosistema del libro. Madrid, etc.: Marcial Pons. 293 p. (Universidad y lectura). ISBN 978-84-9123-577-4. Reseña disponible en línea.
Cuquerella Jiménez-Díaz, Ana (2018). Del café al tuit: literatura digital, una nueva vanguardia. Valencia: Calambur. 382 p. (Criterios; 11). ISBN 978-84-8359-448-3. Reseña disponible en línea.
Escandell Montiel, Daniel (2020). «Exocanonismo y estrategias de impulso para la literatura electrónica en lengua española». En: Borham Puyal, Miriam; Diego Sánchez, Jorge; García Pérez,María Isabel (coords.). Documentando la memoria cultural: las mujeres en las (auto)narraciones exocanónicas. Salamanca: Universidad de Salamanca, p. 281-292. Disponible también en línea.
Faggiolani, Chiara; Vivarelli, Maurizio (eds.) (2019). Las redes de la lectura: análisis, modelos y prácticas de lectura social. Trad., Almudena Zapatero. Gijón: Trea, 2019. 258 p. (Biblioteconomía y administración cultural). ISBN 978-84-17767-17-4. Reseña disponible en línea.
Morrison, Ewan (2013). «Fiction in 2043: looking back from the future». The Guardian, 12 August 2013. <https://www.theguardian.com/books/2013/aug/12/fiction-2043-time-travel-war-and-peace>.
Pianzola, Federico (2021). Digital social reading: sharing fictions in the 21st century. Cambridge, MA: The MIT Press, 2021. En curso de publicación.
Pianzola, Federico; Rebora, Simone; Lauer, Gerhard (2020). «Wattpad as a resource for literary studies: quantitative and qualitative examples of the importance of digital social reading and readers' comments in the margins». PLoS One, January 15, 2020. <https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31940372/>.
José Antonio Cordón García
Catedrático de Bibliografía. Universidad de Salamanca
Poco a poco: https:/…
Poco a poco: https://publicaciones.unileon.es/
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